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Voto de Antonio Morales:
9
Terror Jack Torrance se traslada con su mujer y su hijo de siete años al impresionante hotel Overlook, en Colorado, para encargarse del mantenimiento de las instalaciones durante la temporada invernal, época en la que permanece cerrado y aislado por la nieve. Su objetivo es encontrar paz y sosiego para escribir una novela. Sin embargo, poco después de su llegada al hotel, al mismo tiempo que Jack empieza a padecer inquietantes trastornos de ... [+]
25 de noviembre de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este perfeccionista misántropo, decidió un día que el arte era más grande que la vida, y se embarcó en una misión desmesurada y enciclopédica para demostrarnos que su talento no admitía las cortapisas de los géneros cinematográficos, el ejemplo más claro podría ser este que nos ocupa, el cine de terror. Kubrick adaptó la novela de Stephen King, tras su lectura y varias charlas posteriores con la experta en literatura gótica Diane Johnson – con quien terminaría firmando el guión -, le convencieron de haber encontrado la fuente de inspiración adecuada para su propósito, la determinación de realizar la película más terrorífica del mundo, según comentó a un amigo, el cineasta prescindió de sustos baratos y efectismos de feria para transportar al espectador a un estado de puro pánico.

El terror siempre es subjetivo y escapa fácilmente a la capacidad de evocación del cine. A veces no es tanto una cuestión de formas (contrariamente a la tradición del género “El resplandor” se aleja del expresionismo para abrazar el realismo) como de contenidos, a aquello que el espectador esté dispuesto a aceptar dentro de los límites de lo extraordinario. Más allá de la siniestra historia del libro de King, lo que Kubrick encontró en la novela fue un punto de partida inmejorable para desarrollar sus convicciones sobre percepciones extrasensoriales como la telepatía, la paranoia o las alucinaciones, entre otras oscuras facultades de la mente.

La oposición entre lo psicológico y lo sobrenatural, lo que ve la mente de un personaje y lo que realmente existe a pesar de su imposibilidad, era el debate que al cineasta le interesaba plantear. El reto consistía, por tanto, en eliminar del espectador su incredulidad ante los fenómenos extraordinarios, a los que Kubrick siempre concedió verosimilitud. Este misterio entre lo subjetivo y lo objetivo queda finalmente resuelto cuando comprobamos que sólo Grady ha podido abrir el pestillo de la despensa. Para entonces, la locura de Jack Torrance (Jack Nicholson) deja de proceder sólo de su mente y tiene su origen en la sanguinaria voluntad de los viejos espíritus del Hotel Overlook.

Para el rodaje de esta película se sirvió de la recién inventada “Steadycam” contribuyendo definitivamente a señalar la angustia febril de ciertas imágenes. El movimiento flotante con que seguimos a Danny, el niño, por los pasillos alfombrados del hotel, subimos las escaleras con Jack y Wendy Torrance (Shelley Duwal) mientras crece la tensión y, en definitiva, habitamos los amplios y fríos espacios del edificio, no es más que la atención a unos acontecimientos extraordinarios desde la mirada claustrofóbica de quien quiere estar en la misma piel, en los mismos ojos que sus desquiciados personajes. Kubrick murió hace trece años, dejándonos huérfanos de la impronta desgarrada del genio que se inmola en cada fotograma, quemándose en la hoguera de la desmesura y la genialidad.
Antonio Morales
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