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Voto de Antonio Morales:
5
Drama. Romance Finales de los años 20. Un tímido e ingenuo Gran Maestro de ajedrez (John Turturro) viaja al norte de Italia para jugar la partida de su vida. El talento del joven Luzhin se había desarrollado durante una infancia marcada por el tempestuoso matrimonio de sus padres; de ahí la obsesión por el ajedrez como único refugio, como tabla de salvación frente al mundo exterior. Por su parte, Natalia, a pesar de las presiones familiares para que ... [+]
9 de abril de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque resulte tentador, traducir la escritura de Vladimir Nabokov a imágenes no es tarea fácil, como ya demostrara, hace más de cincuenta años, la discutida versión que Kubrick realizó de Lolita. La directora holandesa Marleen Gorris ha sido la última en intentarlo con “La defensa Luzhin, una obsesiva historia de soledad en torno al apasionante (para los que somos aficionados) mundo del ajedrez. Durante la primera mitad de los años treinta, cuando se hallaba en Berlin, Nabokov, hábil ajedrecista aficionado, se ganó la vida componiendo problemas de ajedrez para diversos periódicos de la capital germana. Sin duda fue el recuerdo de esa época lo que alentó al autor de “Lolita” (1955) a escribir “La defensa” (1964) una breve novela de 200 páginas, en el que se basa el film, que narra el descenso a los infiernos del joven maestro Alexander Luzhin, quien usa el ajedrez como defensa ante el abrumador empuje de un sentimiento tan desestabilizador como es el amor, en un infructuoso intento de racionalizar lo visceral. Curiosamente, la personalidad turbulenta y extraordinaria de Luzhin tiene su símil real en el genio precoz de Bobby Fischer.

En las novelas de Nabokov, y “La defensa” no es una excepción, se percibe un sutil elemento fantástico, surreal, al mismo tiempo vivaz y vigoroso, el cual impulsa la ficción más allá de lo que, de otro modo, sería un manojo de excentricidades. Y, precisamente, este es el elemento primordial ausente en la película, pulcra adaptación de un texto que requería, o más bien exigía, en mi opinión, un punto de excitación mental capaz de alimentar ese subterráneo “fantastique” presente en el universo de Nabokov. Por contra, la película no sobrepasa los límites del mero decorativismo, ilustrando con innegable tesón y apagado talento el mundo evocado por la prosa del escritor. En “La defensa Luzhin” brillan con luz propia la dirección artística, la fotografía y el vestuario, técnicamente impecable. Una minuciosa y bella recreación de una época de entreguerras, no ocurre lo mismo con una directora vencida por un plácido academicismo que se dedica simplemente a ilustrar el drama sin profundizar en los personajes.

Alexander Luzhin es un brillante ajedrecista que ya sólo ve la existencia como un problema a dirimir sobre un tablero de juego. El eco de una infancia desdichada, cuyos reflejos se proyectan a través de varios “flash back” durante el film, ha convertido a Luzhin en un ser introvertido y lacónico, sólo obsesionado por el ajedrez y una mujer, Natalia, a la que conoce en un balneario. Es de lamentar la poca consistencia que el ajedrez tiene en esta versión cinematográfica, el poco relieve dramático de unos actores como John Turturro y Emily Watson, unido al desaprovechado personaje de Valentinov (Stuart Wilson), antiguo profesor de ajedrez de Luzhin. Una pena, que Marleen Gorris no sepa darle a la historia la densidad que requiere este desgarrador drama humano.
Antonio Morales
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