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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Romance Año 1909. En el transcurso de una huelga general, Henrik, un humilde estudiante de Teología, conoce a una chica de una familia de clase alta a la que todos adoran, sobre todo su padre. Entre ellos nacerá, a pesar de la oposición familiar, una larga historia de amor que encarna la lucha contra el rígido sistema de clases dominante. Se basa en la historia de los padres de Bergman. (FILMAFFINITY)
5 de junio de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ganar en el año 1987 en Cannes con “Pelle el conquistador”, film que gustó mucho a Ingmar Bergman, Billie August volvió a ganar en 1992 con esta excelente película, en mi opinión, gracias un magistral guión de Bergman, que su discípulo confeso trasladó a la pantalla. La relación entre un estudiante de teología pobre y una joven de familia acaudalada. La sombra alargada del núcleo familiar, los ecos de la educación religiosa y de unas determinadas raíces culturales, la angustia de los orígenes en definitiva, son temas y resonancias que siempre han estado presentes en la obra de Bergman: a veces bajo formulaciones argumentales y en ocasiones como telón de fondo, en unas películas como materia dramática y en otras como sustrato de numerosas obsesiones desplegadas por las imágenes.

El argumento parece el último ejercicio de introspección en un pretérito que no es el suyo y que posee ya, inevitablemente, una dimensión histórica, que le lleva a fabular la vida de sus propios padres, la experiencia vital, amorosa y emocional de sus progenitores desde el momento en que se conocieron hasta poco después de haber engendrado su segundo hijo y cuando éste (el propio Bergman) permanece aún en el vientre de su madre. Una historia narrada desde la perspectiva y la imaginación además de la fusión con los testimonios familiares con los que escribió un libro titulado “Las mejores intenciones”, convertido en película de 3 h. y serie de TV. de 6 h. por August.

Desarrollada entre 1909 y 1918, Henrik Bergman y Anna Akerbloon se enamoran pero encontrarán la oposición de las familias y el conflicto interno de la pareja, la materia dramática reside en las diferencias que enfrentan a los personajes encarnados por las madres de ambos y que levantan barreras contra la comunicación y las diferencias de clase. Anna es consentida y caprichosa, criada en una rica y culta familia burguesa de tradición católica. Henrik es un pastor luterano de extracción humilde, amargado por el peso de los fantasmas familiares y acomplejado por sus carencias emocionales. La trama le permite a August desarrollar al mismo tiempo una historia de amor no exenta de romanticismo.

Excepcional película por su calidad descriptiva que sintetiza espléndidamente uno de los pasajes más crudos en la vida de los padres de Bergman. Intensa lo es, por la habilidad dramática con que el autor de “Persona” desplaza a los personajes a lo largo del siempre tenso relato, también por las equilibradas composiciones de Pernilla August y Samuel Fröler. Con una vibración necesaria, el acento lírico que algunos pasajes del drama requiere, la fluidez de la progresión emocional, muy cercana al estilo Bergman de “Fanny y Alexander” considerada como su testamento y que supone, al mismo tiempo, la reconstrucción y el exorcismo del universo de su infancia. La misma suntuosidad escénica, la misma concentración en retablos, idénticas crispaciones familiares, contrastes luminosos, la influencia del clima y el paisaje con una deslumbrante fotografía. Demasiada devoción al maestro y un más que evidente supeditación al formato televisivo, ése en el que el cine de los países nórdicos basa su actual efectividad cara al mercado exterior. Una película hermosa, pero quizá demasiado deudora del maestro.
Antonio Morales
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