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Voto de Antonio Morales:
8
Fantástico. Comedia. Romance Lucy Muir es una joven viuda que decide irse a vivir a orillas del mar, a una casa encantada que perteneció al capitán Gegg, un marinero cuyo fantasma se le aparece. Al principio, el capitán utiliza los mismos trucos que le sirvieron para librarse de otros inquilinos, pero con Lucy no funcionan. (FILMAFFINITY)
3 de mayo de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más atractivo de “El fantasma y la Sra. Muir” está en su acertada combinación de picaresca y de crítica social, que probablemente debe atribuirse a la interesante personalidad de su guionista Philip Dunne. El filme comienza con un desafío inhabitual dentro de la sociedad británica de principios del siglo XX: una mujer viuda, Lucy Muir (fascinante Gene Tierney) abandona la seguridad de la casa familiar del marido, donde vive con su cuñada y suegra, desafiando con ello las normas morales de la época, para vivir con su hija (infantil Natalie Wood) y una criada en una casa en la costa.

La casa de la gaviota, ese es el nombre de la solitaria mansión, situada en un acantilado, perteneció al capitán Gregg (Rex Harison), un lobo de mar muerto en extrañas circunstancias. El fantasma del capitán entabla una singular amistad con la nueva inquilina, le narrará su historia a la dama a fin de que la Sra. Muir escriba sus memorias y pueda rehacer con los beneficios su maltrecha economía. Una maliciosa ironía planea sobre esta historia romántica de fantasmas que no excluye su condición de caustica crónica de costumbres filmada con notable inteligencia.

El filme encierra una de las claves del cine de Mankiewicz: la reflexión lúcida sobre el tiempo que se esfuma y la presencia modificadora del pasado en el presente. La película se beneficia asimismo de una notable composición de Gene Tierney y de un Rex Harrison que aporta el oportuno toque irónico a este relato sobre el carácter siempre inmaterial de la felicidad.

Sin olvidar, naturalmente, la composición de George Sanders, cuyo cínico personaje constituye un borrador del que después haría en “Eva al desnudo”. También conviene destacar la música de Bernard Hermann, que había debutado en el cine con la partitura de “Ciudadano Kane”, para consagrarse luego como músico predilecto de Hitchcock. Recordar, por último, que en 1968 se realizó una discreta serie televisiva basada en los mismos personajes de este filme.
Antonio Morales
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