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Voto de Antonio Morales:
7
Drama Adaptación de un drama de Tennessee Williams. Un pastor protestante (Burton), expulsado de su iglesia, trabaja en México como guía turístico, dirigiendo excursiones formadas sobre todo por americanas maduras. En una de ellas es víctima de los intentos de seducción de una sensual jovencita, lo que le granjea la animadversión de las demás mujeres. Finalmente, el grupo llega a un hotel regentado por una vieja amiga suya (Ava Gardner). (FILMAFFINITY) [+]
8 de agosto de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una panorámica descendente por la fachada de una iglesia americana inicia un breve prólogo antes de los títulos de crédito. Después de éstos, otra panorámica descendente por la fachada de otra iglesia mexicana da inicio al film. Las dos panorámicas sirven para mostrar el cambio de escenario (los Estados Unidos por Mexico), y para mostrar a un personaje como nexo: Shanon (Richard Burton), a quien se ha visto, después de la primera, en el púlpito, y después de la segunda tumbado a la sombra de un periódico sobre su cabeza en el exterior de la iglesia mexicana. La elipsis adquiere un notable peso dramático: en el prólogo se ha visto y oído como el reverendo Shanon increpa a sus feligreses, y en la primera secuencia, tras los créditos, se le ve ajeno a la iglesia, vestido de blanco, sudoroso y sin afeitar. Se trata, sin duda, del mejor hallazgo expresivo del film, en mi opinión.

Basada en la obra de Tennesse Williams, Huston reflexiona sobre la religión, la soledad, el amor y la aventura de vivir sin ataduras. Gracias a los textos de Williams hemos aprendido a compadecer a las ninfómanas, los mitómanos, los alcohólicos, las mujeres que no saben envejecer. Figuras de este tipo se encuentran en el hotelito de la costa mexicana donde está ambientada “La noche de la iguana”: una despótica profesora de canto de tendencias sádicas (Grayson Hall); una pintora que sublima su castidad (Deborah Kerr); la propietaria del hotelito, viuda (Ava Gardner), que satisface su apetito sexual con dos fornidos indígenas; y una ninfa bastante voluble (Sue Lyon), capaz de corromper la moral. En medio de ellas, un pastor protestante suspendido de sus funciones, víctima de su debilidad por las menores, el alcohol y sujeto a sus impulsos suicidas.

Nadie es perfecto, casi nadie despreciable, pasiones, odios y envidias, no se sabe bien a quien compadecer más y esta óptica indulgente e imparcial es el mejor valor del film. Huston interpreta el texto de Williams con cierta ironía, desdramatizándolo de la tragedia de seres en busca de la felicidad, esa quimera que todos buscamos y que tanto cuesta encontrar. El ambiente mexicano es el Sur que en literatura es sinónimo de opresión dramática de asfixia existencial, el engarce Huston-Williams, dos mundos diferenciables, incluso opuestos que ofrece un resultado explosivo, muy adecuadamente servido, para una obra que retrata básicamente, una múltiple expulsión de demonios por un sacerdote. Pero todo ello no es posible sin actores como los que encabezan este reparto de lujo.
Antonio Morales
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