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Voto de Antonio Morales:
7
Drama. Cine negro Aunque el teniente Scott Burnett, del servicio de guardacostas, padece todavía pesadillas durante su convalecencia, está decidido a casarse con su novia Eve y empezar una nueva vida. Un día, se encuentra en la playa con Peggy, la mujer de un famoso pintor ciego. Scott y Peggy se enamoran, pero ella se siente culpable y no quiere abandonar a su marido. Scott, por su parte, cree que Tod finge su ceguera para retener a su esposa a su lado. (FILMAFFINITY) [+]
3 de agosto de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una pequeña película de Jean Renoir, casi siempre minimizada al examinar su obra, considerada “menor” por sus exégetas y que, sin embargo, a pesar de ser masacrada por el Estudio, la RKO, tiene en conjunto más interés que otros reputados films de este cineasta. Renoir había llegado a EE.UU. huyendo del fascismo nazi al invadir el país galo, pero al contrario de otros cineastas europeos exiliados, sus ideas y métodos de trabajo colisionaron con el sistema de trabajo controlado férreamente por los Estudios y tras filmar esta película basada en la novela “None so Blind” de Mitchel Wilson (la quinta de su etapa americana), regresó a Francia.

Es una película que ha crecido con el tiempo, a pesar de ser mutilada, pues se echa en falta algunas escenas de la sensualidad y el erotismo de Joan Bennet, que sólo se intuye, habitual mujer fatal en el cine de Fritz Lang en esa época y que recuerda otros films del cineasta alemán. “Una mujer en la playa” tiene influencias del cine sicológico que estaba de moda entonces, también guarda relación con algunas premisas del cine negro, como el triangulo amoroso que nos propone y la mujer que excita el deseo. Pero por encima de todo y pese a ciertos rasgos humanistas tan queridos por Renoir, en mi opinión, subyace la reflexión sobre el arte y la verdad sobre el amor y la pasión.

Un melodrama de pasiones encontradas y divulgación sicoanalítica que nos presenta a un pintor ciego como metáfora de la impotencia creativa, y el amor como fuente de perturbación y locura. El maduro y celoso Tod Butler (Charles Bickford) es un artista en crisis, que busca una nueva expresión artística y que mantiene una relación de amor y odio con su joven esposa Peggy (la bella Joan Bennett) a la que intenta retener, haciéndola sentirse culpable del infortunio del pintor, pero que utiliza su erotismo para dar sentido a su existencia. Pues ella ha conocido en la playa al teniente Scott Burnett (Robert Ryan) un oficial guardacostas que arrastra secuelas sicológicas de la guerra y es seducido por la esposa del artista.

Su narrativa abrupta y las elipsis cortadas a hachazos son buena prueba de la escenas amputadas y ya reivindicadas anteriormente, que la convierten en una película extraña, onírica, ambigua y sugerente, que realza el mundo de las obsesiones, de los deseos oscuros, de los anhelos nunca realizados. La iluminación y la fotografía son excelentes proporcionando un bello lirismo estético, así como la utilización del espacio y los simbólicos paisajes (el barco abandonado en la playa, los acantilados que ejercen un protagonismo intenso) hacen de ella, un film nada desdeñable.
Antonio Morales
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