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Voto de Antonio Morales:
7
Drama. Cine negro Flamarion es la gran atracción de un espectáculo de Music Hall. Su bella ayudante es una mujer casada, que se enamora de un acróbata, pero intenta seducir a El Gran Flamarion para que mate a su marido y poder huir con el acróbata. Cuando El Gran Flamarion descubre el engaño, la busca para acabar con ella. (FILMAFFINITY)
27 de abril de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque este argumento ha sido filmado en multitud de ocasiones, y pertenece a la típico film “noir”, lo que la hace interesante a la película, en mi opinión, es la forma en que está filmada por Anthony Mann en poco más de setenta minutos. Basada en un novela, “Big shot” de la mediocre Vicki Baum, pues aunque en su tiempo fue popular, sus obras completas ahora olvidadas, languidecen en las estanterías de las librerías. Una película humilde de bajo presupuesto que trata de un individuo de mediana edad, Flamarion (un estupendo Eric Von Stroheim) que se gana la vida holgadamente en los escenarios con su puntería y siente rencor hacia las mujeres a causa de eso que se ha dado en llamar desengaño amoroso y que tanto dolor causa en el alma humana. Pero vuelve a enamorarse de otra mujer, Connie (Mary Beth Huges) que le seduce utilizándolo para deshacerse de un marido alcohólico, Al (Dan Duryea), y huir con un tercero en discordia.

La película es el devenir de un triste y patético hombre engañado, narrada en “flash back”, como suele ocurrir en este tipo de historias, y que denominamos, estilo, que es lo que el cineasta nos propone más allá del tópico relato, para suscitar el interés del espectador. Aquí ya podemos disfrutar de un esbozo de su talento, lo que sería su carrera posterior. Tomemos la secuencia inicial, desarrollada según nos informan en sobreimpresión en México y en el año 1936. Estamos ante la puerta de un teatro de varietés; suena una canción mexicana, la cámara entra en la sala a la vez que lo hacen algunos espectadores y muestra el ambiente que hay en ella a la vez que se va acercando al escenario; el sonido de unos disparos interrumpen la función; todo en el mismo plano. En esa escena intuimos algo más que un esfuerzo por hacer notar el, por entonces, presunto virtuosismo del director: expresando de forma elegante cómo la acción se traslada más allá del escenario e introduce desasosiego ante lo que ha podido suceder más allá de él. Y éste no es el único botón de muestra de ese personal estilo, hay bastantes detalles más a lo largo del film.

Mann sigue tratando de enmascarar así la vulgaridad del relato con su preocupación por conferirle cierto vigor dramático a través del estilo, lo que demuestra una vez más, que a veces, más que la historia lo importante es cómo se cuenta. Su Trabajo, hay que decirlo, se ve favorecido por las condiciones de rodaje de las producciones de serie B, que obligaban a la concisión, las elipsis como apoyo narrativo, los planos tienen espesor dramático, y es que el cine no es sino escenas liberadas de la servidumbre del espacio y el tiempo. En definitiva, una interesante clase B con una cierta dignidad.
Antonio Morales
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