Decía Borges que releer es mejor que leer. Algo pasa igual con el cine. Casi 20 años después de su estreno la volvimos a ver y descubrimos nuevas cosas. 1. Eastwood es mejor director que actor. 2. Eastwood tiene una profunda conciencia social.

3. El tema no es el boxeo o el boxeo en todo caso es una excusa para desarrollar toda una denuncia social sobre las injusticias de la vida. Y lo hace desde el contexto del Sueño Americano que es más mito que otra cosa.

Eastwood se hace eco de los perdedores sin suerte. De los que buscan afanosamente una oportunidad para destacar y evitar la tristeza de una vida mediocre. Además, Eastwood es un duro con cariño. Hay fe y ternura en todos sus personajes. Mucha humanidad.
Hay química perfecta entre Eastwood, Freeman y Hilary Swank. Son tres personajes desvalidos y orgullosos a la vez que procuran hacer de la dignidad una postura cabal en la vida. Son seres apegados a una integridad que poco abunda.

Para Eastwood el boxeo es el anti boxeo. Es una violencia absurda y que puede salirle caro muy caro a sus practicantes. Esatwood es anti Rocky y sus fábulas. La película también es un recordatorio de un Dios misterioso a quién preguntamos todo el tiempo y no nos responde.

Million Dollar Baby se alinea a ésta premisa de Bukowski: ¿Te das cuenta de cuántas personas hay en esta tierra sin una oportunidad? ¿Por cómo y dónde nacieron? ¿Porque no tuvieron educación? ¡Porque nunca tuvieron nada ni a nadie que le importara un carajo!
Y el sueño se roza.

Pero hay albures que nadie puede controlar y la tragedia es más frecuente de lo que uno piensa y cree. El tema final también es controversial porque nos supone libres o no libres. Y que toda decisión trae sus secuelas para bien o para mal.

Million Dollar Baby es una gran película desde la sencillez de su propuesta porque escarba sobre honduras humanas que el cine comercial termina por banalizar y rodear huyéndole al conflicto y a los finales no felices. Que son estos los que en realidad terminan por ser más.