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Voto de hthorpintado:
8
7,3
10.862
Animación. Drama Cuenta la historia de un viejo mago que trata de no defraudar a una niña convencida de que sus trucos de magia son reales. Segunda película del director de "Bienvenidos a Belleville", basada en un guión de Jacques Tati que nunca fue producido. (FILMAFFINITY)
24 de abril de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El Ilusionista” narra la historia de un viejo artista (Tatischeff) que viaja de ciudad en ciudad intentando ganarse la vida con un vetusto espectáculo de magia. Es el vivo recuerdo de una serie de personajes extraordinarios (magos, malabaristas y ventrílocuos) que el tiempo y la modernización de la sociedad han condenado al olvido y a la miseria. El mundo ha cambiado y solo los borrachos, los nostálgicos y los ingenuos parecen mostrar algo de interés. Tras una actuación en Escocia, el mago empezará a ser acompañado por una joven muchacha (Alice) que, fascinada por los trucos de este, empezará a creer inocentemente que la magia puede hacer realidad todos sus deseos.

Entre Tatischeff y Alice se creará una relación paternofilial que, aunque deseada, terminará siendo perjudicial para ambos. Podemos ver como en varios momentos de la película, el mago mira con tristeza una vieja foto en la que – suponemos- está retratada su hija pequeña. Tatischeff se recrimina el no poder estar junto a su vástago y Alice se convierte en una especie de vía de escape para su culpabilidad. Pero no solo eso, sino que además, tras mucho tiempo, volverá a experimentar la satisfacción de poder fascinar a alguien con sus trucos de magia. De esta manera, Alice vivirá así en un irreal mundo color de rosa que no es sino una ilusión. Mas la magia se romperá. El poderoso final de “El Ilusionista” significará el fin de la infancia de Alice y la resignación de Tatischeff que, a pesar de sus anhelos, deberá aceptar su realidad tal y como es.

Pero lo que no es ni magia ni ilusión, es el hecho de que “El Ilusionista” es uno de los más extraordinarios homenajes que se han rendido nunca a una figura del cine. Su historia se remonta a finales de los años cincuenta cuando nació de la mente de uno de los más célebres cómicos del séptimo arte: Jacques Tati. Un inoportuno accidente hizo imposible la grabación del guión y no fue hasta cinco décadas más tarde cuando pudo hacerse realidad gracias a la inspiración de uno de los más fervorosos seguidores del actor y director galo. El lápiz de Chomet fue capaz de traer de vuelta a Tati a la gran pantalla y con él al torpe Señor Hulot. La forma, los gestos y las maneras de este personaje fueron literalmente calcados – así lo ha asegurado el propio Chomet en varias entrevistas- para que el mago Tatischeff fuera lo más parecido posible a su alter ego de carne y hueso.

Con “El Ilusionista” – como ya ocurriera con su antecesora “Las trillizas de Belleville” y muy a semejanza de “Las vacaciones del Señor Hulot” (Jacques Tati, 1953)- se vuelve a apostar por una obra carente de diálogos, en donde la gestualidad y los sonidos ambientales se bastan para transmitir todo tipo de sensaciones al espectador. Junto a ello, un pausado acompañamiento musical y unos bellísimos y cálidos escenarios dan como resultado un delicado conjunto que se aleja del histrionismo que caracterizaba a “Belleville” y que – a cambio- da lugar a una sosegada historia suavemente arropada por la melancolía.

Triste y emotiva, Sylvain Chomet consigue con “El Ilusionista” una obra rebosante de talento y excelencia. No creo que sea justo compararla con su también sobresaliente antecesora, pues ambas son obras que no tienen nada que ver la una con la otra, ni en sus formas, ni en el planteamiento de las historias.

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