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Críticas de hthorpintado
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
La Roja, de Brasil a Brasil
Documental
España2014
5,4
124
Documental
5
9 de junio de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parco documental de Gracia Querejeta que pretende hacer un recorrido de la historia de la Selección Española desde sus humildes comienzos hasta los actuales y aclamados triunfos. Fallido a mi parecer, ya que el conjunto es de gran escasez y adolece de perderse muchas veces en temas políticos y nacionalistas que – a mi entender- carecen de todo interés para el tema que se pretende desarrollar.

Se pretende hablar de la historia de la selección y la sociedad de cada momento pero, sin embargo, todo resulta demasiado precipitado y falto de información. Se echa mucho de menos un más profundo desarrollo de los acontecimientos anteriores a la Eurocopa de 2008 que – en general- se resuelve en un par de imágenes de un partido sin aportar apenas información sobre jugadores, entrenadores, situación de la selección en cada momento, la sociedad de cada década…

Entiendo que un narrador en off habría sido vital para dar una mayor unión al conjunto del documental, para dar conexión entre unas épocas y otras y dar un poco de lógica a la sucesión de imágenes y personajes entrevistados (seguramente lo mejor del documental).

Una lástima, porque se podría haber hecho un documental histórico precioso.
hthorpintado
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El planeta salvaje
Francia1973
7,4
5.742
Animación
7
15 de abril de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los años setenta, mientras en esta España nuestra el franquismo daba sus últimos coletazos, en la vecina Francia nacía una de las obras más reconocidas – y a la vez desconocidas- del cine de animación Europeo. Estamos hablando de “El planeta salvaje” (René Laloux, 1973), un largometraje de ciencia ficción que nos conduce al extraño Ygam, un planeta habitado por unos gigantescos seres azules (Draags) que tienen a los seres humanos como mascotas. Sin embargo, la alta capacidad reproductiva de las personas y el constante aumento de su número, se convertirá pronto en una amenaza para el ecosistema de los draags, que deberán adoptar medidas extremas para acabar con la plaga.

Inspirada en la novela “Oms en Série” (Stefan Wul, 1957), “El planeta salvaje” fue el primer largometraje animado que Laloux realizó en colaboración con el escritor y dibujante francés Roland Topor, quien – con anterioridad- ya había participado en la creación de varios cortometrajes como “Les temps morts” (René Laloux, 1964) o “Les escargots” (René Laloux, 1965), obra esta última que recoge todos los elementos que ocho años después se volverían a utilizar en el “El planeta salvaje”. La figura de este reconocido artista surrealista, resulta imprescindible para entender – o no- el carácter confuso e irreal que da forma a esta obra.

No nos quedamos cortos al afirmar que “El planeta salvaje” es una de las películas más raras que nos podemos encontrar. Nos encontramos ante un mundo atípico donde realidad e ilusión se entremezclan y en donde la divisoria entre sueño y pesadilla se diluye no pocas veces, dando lugar a dalinianos escenarios poblados de extravagantes monstruos y formas tan bellas como siniestras. Como en “Les escargots”, Topor da rienda suelta a su imaginario surrealista, quedando la estética y la trama de la película fuertemente marcadas por este peculiar sello artístico.

De todas maneras, a pesar de la extrañeza que el espectador pueda sentir ante el constante desfile de seres y enseres irreales, hay que señalar que “El planeta salvaje” cuenta con una la trama bastante fácil de seguir y de la que se pueden sacar diferentes lecturas. La más clara es aquella que invita a reflexionar sobre el comportamiento que el ser humano tiene respecto al mundo que le rodea y las posibles consecuencias que se pueden derivar de ello. Los draags no son sino un reflejo del hombre actual, dueño y señor de su planeta y eslabón superior de una comunidad animal cuyos miembros se encuentran sometidos a su voluntad y a sus necesidades. El draag es capaz de amar y respetar al resto de especies pero – a su vez- puede mostrarse cruel, ya sea por el placer de ejercer la dominación (algo visible en la escena inicial donde unos jóvenes draags acosan a una diminuta mujer con su retoño) o por simple diversión (peleas de humanos).

El tamaño de los seres humanos en el planeta de Ygam apenas supera el de un insecto en la Tierra, siendo – de esta manera- una presa fácil para todo tipo de depredadores. De aquí surge el segundo punto de vista que ofrece “El planeta salvaje”, en donde nuestra especie se encuentra en un punto de inferioridad frente a una raza superior. En esta situación, es el miedo el que determina el comportamiento de un hombre que se constantemente perseguido y acorralado. Pero a su vez, el ser humano cuenta con su gran capacidad innata de adaptación, de tal manera que, a pesar de la hostilidad del entorno, será capaz de aprender y de superar todos los obstáculos, llegando incluso a dominarlos en su beneficio.

Llegados a esta situación, el choque entre las dos razas – amenazadas mutuamente- es inevitable. Ambas buscarán exterminarse en una lucha por la supervivencia, mas esta no será la solución. “El planeta salvaje”, en una última lección, aboga por la necesidad de encontrar un equilibrio (un entendimiento) entre draags y humanos, ya que en caso contrario ambas se verán abocadas a la extinción. Toda una moraleja que, en el momento de estreno de la película, bien podía hacerse extensible a una sociedad marcada por una Guerra Fría en la que se enfrentaban dos grandes bloques antagónicos (Capitalismo-Comunismo).

En su momento, el Festival de Cannes galardonó “El planeta salvaje” con el Premio especial del Jurado, un reconocimiento bien merecido – e incluso necesario- para una obra tan atípica como fascinante. Es evidente que muchos huirán de ella como de la peste, pero el resto encontrará un trabajo cargado de virtudes y sorpresas, que no porque no se entiendan, deben dejar de sorprender.

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hthorpintado
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El viento se levanta
Japón2013
7,2
15.312
Animación
8
25 de abril de 2014
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nos va un genio. Que baje el telón y que la gente aplauda. Hayao Miyazaki, uno de los más extraordinarios animadores nacidos en la Tierra del Sol Naciente, ha decidido poner punto final a su carrera como director. Lleva amenazando con ello desde el lanzamiento de “La Princesa Mononoke” (1997), pero parece que esta vez no hay marcha atrás. Dice que tiene setenta y tres años, que la vista le falla y que no puede más: que está agotado. Se va el maestro y le añoraremos, pero tras de sí deja un hermoso legado de once películas, otros tantos mangas, el nada desdeñable hito de haber conseguido un premio Oscar – “El Viaje de Chihiro” (2001)- y un estudio de nombre Ghibli que es referencia mundial del cine animado. Miyazaki nos dice adiós tras más de cuatro décadas de absoluta dedicación y lo hace dejándonos un último trabajo de despedida.

“Le vent se lève!... Il faut tenter de vivre!". Paul Valéry, poeta y filósofo francés inspira el título de la undécima y última película del director japonés: “El viento se levanta” (2013), que supone un destacado giro respecto a toda su obra pasada. Miyazaki retorna una vez más al que ha sido uno de sus temas fetiche durante toda su filmografía: la aviación, pero lo hace alejándose del estilo aventurero y fantasioso que había caracterizado su cine hasta el momento. Al contrario, en esta ocasión nos presenta un drama histórico construido a partir de la biografía de Jiro Horikoshi, uno de los ingenieros aeronáuticos más importantes del Japón anterior a la Segunda Guerra Mundial.

“El viento se levanta” es un canto a la vida, al amor y a los sueños del hombre. Miyazaki coquetea con la nostalgia y con el tiempo que vuela, pero huye de sensiblerías apostando por una actitud abiertamente romántica y optimista. Todo parte de un Horikoshi niño que anhela surcar los cielos pero que se encuentra con el gran impedimento de ser miope. Sin embargo, una revelación de corte onírica le hará comprender que su destino no está en pilotar aviones, sino en construirlos. Así comenzará una larga carrera profesional que le llevará a convertirse en uno de los principales responsables de la modernización de la fuerza aérea japonesa y a diseñar el ‘Zero’, uno de los aviones de caza más utilizados durante la Guerra de Pacífico.

Pero Horikoshi es un idealista. El no diseña aviones para que estos sean utilizados en la guerra. Él persigue cumplir uno de los más anhelados sueños del hombre: volar, y en ello vuelca toda su vida a pesar de las visiones de destrucción y muerte que constantemente tiene. Él solo quiere construir el mejor de los aviones por la pasión que siente hacia su profesión. Algo semejante ocurre en su relación con su amada pero enferma Nahoko. La pareja decide permanecer junta a pesar de las graves consecuencias que ello puede acarrear a la salud de la joven. Viven por el amor, por los sentimientos y por los sueños, sin atender a los razonamientos de quienes les rodean.

Hablamos de la pasión y ese es posiblemente el término que mejor defina “El viento se levanta”. Miyazaki se ha dado el lujo de dedicar una película entera a su querida aviación y, en ella, despliega gran parte de sus conocimientos sobre la misma. Hay que apreciar el esmero y el realismo con el que los aviones han sido recreados, así como sus entrañas, sus metálicos esqueletos, los pequeños detalles, los diseños, la forma de funcionar de cada uno... Miyazaki, como su extensión en la pantalla Horikoshi, es un perfeccionista, un hombre virtuoso y genial que durante toda su carrera ha perseguido un sueño que, una vez alcanzada la meta, se siente magistral.

Son dos las horas que se emplean en exponer una historia que no muestra ninguna prisa en su desarrollo. El director japonés se muestra concienzudo a la hora de narrar la vida y el crecimiento personal de Horikoshi, recreándose en todos aquellos aspectos de su biografía que estima necesarios introducir en la trama. Esto provoca que “El viento se levanta” sea una película desigual en su ritmo, alternándose partes de fuerte viveza e interés con otros momentos más lentos y tediosos. De forma general, la primera hora de la cinta, centrada en la formación del ingeniero, es la que tiende a desarrollarse con más soltura. En cambio, la segunda parte, donde todo el tema de la aviación queda en un segundo plano a favor del hermoso romance, es mucho mas pausado.

De todas maneras el conjunto que forma “El viento se levanta” es de notable alto. Miyazaki hace uso de toda la experiencia acumulada generando una de las obras – a mi parecer- más destacadas de su filmografía. Quizás no la mejor, pero sí la más madura de todas. Es el broche de oro a un capítulo genial de la historia de la animación. Echaremos de menos al genio japonés, pero su legado siempre quedará ahí. “El viento se levanta, debemos tratar de sobrevivir”. Gracias.

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7
15 de abril de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para la película que hemos de tratar debemos retroceder al festival de 2012. El mismo año en el que la gran triunfadora fue la durísima “Amor” (Michael Haneke, 2012), la FIPRESCI (Federación Internacional de Prensa Cinematográfica) otorgó en Cannes el ‘Premio de la Crítica’ a “En la niebla” (Sergei Loznitsa, 2012), obra de origen bielorruso y adaptación de la novela homónima del escritor Vasil Bykaŭ. “En la niebla” es un drama bélico ambientado en la II Guerra Mundial y que traslada la acción a un territorio soviético ocupado por la poderosa Alemania de Hitler. Tras el ahorcamiento de tres partisanos, un cuarto, Sushenya, es liberado. A pesar de su inocencia, todo el mundo cree que ha traicionado a sus compañeros para sobrevivir. Así, dos miembros de la resistencia local irán a buscarle para cobrar venganza.

“En la niebla” es una película que huye del cine bélico convencional más centrado en las grandes batallas, el patriotismo, o la heroica de un personaje o grupo. Al contrario, se centra en la psicología del ser humano dentro del ambiente hostil de la guerra. Una situación extrema donde el hombre se ve arrastrado a cambiar su forma de ser para sobrevivir, aún a costa de sacrificar cualquier tipo de amistad o lazo familiar. La desconfianza, la inmoralidad y la mezquindad son las únicas armas válidas para luchar contra la opresión de un enemigo salvaje. Y no hay término medio. O estás conmigo; o estás contra mí.

Es en este punto intermedio donde encontramos a Sushenya, un buen hombre que siempre ha sido querido y respetado por sus vecinos y compañeros, y que ahora, a pesar de todo, es repudiado acusado de trabajar para los alemanes y traicionar a sus compañeros. Sushenya solo es un inocente que no quiere inmiscuirse ni en un bando ni en otro; pero en contra de su voluntad, se verá arrastrado por los acontecimientos siendo manipulado por los alemanes y perseguido finalmente por sus propios amigos y vecinos que, consumidos por la lucha y la desconfianza, sentenciarán a un hombre que les podría llevar a la horca.

“En la niebla” es una película de desarrollo lento con una trama principal en la que se intercalan tres flashbacks (uno por cada protagonista). Estos vistazos al pasado son partes fundamentales para entender la psicología de cada personaje, su forma de ser y su forma actuar. A través de ellos no solo se conoce la miseria, la desesperación y la injusticia que vive Sushenya, sino que también se llega a apreciar el espíritu de la resistencia de los partisanos y los terribles sacrificios éticos y morales que deben tomar por el bien de su causa.

La pega que se le puede poner a “En la niebla” es su excesiva lentitud. A excepción de unos flashback perfectamente realizados, la trama principal peca muchas veces de estar estirada sin que exista necesidad de ello. Hay ciertos momentos en el que el abuso del ‘plano secuencia” – brillante en toda la escena inicial- ralentiza en demasía el transcurso de determinados acontecimientos. Hay mucho metraje que se antoja innecesario una vez visto el resultado final. La solemnidad que se pretende conseguir con determinados planos y escenas de larga duración no es efectiva, sobre todo al principio cuando el espectador aún desconoce la historia y los personajes con los que se va a encontrar. Las más de dos horas de duración podrían haberse limitado, sin renunciar por ello al tono pausado con el que se presenta la cinta y obteniendo una sensación final semejante, o incluso más poderosa.

Es “En la niebla” un dramático y realista vistazo a la resistencia y a los grandes sacrificios morales y humanos que se deben tomar en situaciones extremas. Una película de personajes complejos soberbiamente desarrollados a través de potentes flashbacks. Un relato cruel y antibelicista que sabe transmitir como pocas la barbarie de la guerra, su injusticia y los terribles efectos que provoca en el alma humana.

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15 de abril de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Un asunto real” es una película de carácter histórico centrada en el reinado de Christian VII de Dinamarca, un rey pelele en manos de un Consejo que lo utiliza a su antojo y en su propio beneficio. Para intentar ayudar al monarca en sus trastornos, el médico Friedrich Struensee comenzará a trabajar en la corte ganándose pronto la confianza y amistad de Christian. Sin embargo, esta amistad hará temblar las bases medievales que rigen el reino, ya que Struensee, a través del propio rey, intentará aplicar una serie de ideas progresistas que chocarán con el carácter conservador y despótico de las autoridades que manejan el gobierno.

El recurrir a un hecho histórico determinado para construir una película, es algo que se lleva haciendo prácticamente desde los inicios mismos del cine. De hecho, frente a las reticencias que sienten muchas personas por coger un libro o leer el periódico, el séptimo arte se ha ido convirtiendo en un sensacional medio para el aprendizaje o conocimiento de la historia; si bien es cierto que, buena parte de las veces, hay que coger con pinzas lo que se cuenta en estas películas, debido a la gran cantidad de licencias que se toman muchos guionistas a la hora de desarrollarlas.

Durante su más de un siglo de existencia, han sido multitud los hechos históricos que, con mayor o menor fidelidad, han sido trasladados al cine. Pero el cine histórico no es solo un algo que trata acontecimientos de décadas o siglos lejanos, sino que también es un cine que trabaja sobre la más rabiosa actualidad (esa que está continuamente presente en noticiarios y portadas día tras día). Tenemos, por ejemplo, el recientemente estrenado “El Quinto Poder” (Bill Condon, 2013) centrado en Julian Assange (creador de Wikileaks); “La Noche más oscura” (Kathryn Bigelow, 2012) que versa sobre la muerte de Osama Bin Laden; o (con vistas al futuro) el biopic de Lance Armstrong que se encargará de rodar el británico Stephen Frears.

Evidentemente, vista la sinopsis, “Un asunto real” no es una película basada en un suceso actual, pero cualquiera que la visione, no podrá evitar relacionar la situación de entonces y con la que se vive ahora. Entre otras muchas cosas, la cinta de Arcel es una crítica al despotismo de ciertas clases dirigentes, que priman más sus asuntos que los de aquellos a los que gobiernan. Es una crítica igualmente a la demagogia y al inmovilismo político, elementos que se presentan a través de los miembros del Consejo Real, que se reparten el pastel negándoselo al pueblo; que se oponen a desarrollar políticas progresistas para el desarrollo de la sociedad; y que cuando pierden el poder, utilizan todos los medios posibles (incluidos aquellos que negaban o censuraban) para conseguir retornar a su puesto. ¿Les suena?

Junto a esta trama política se desarrolla a la vez un peligroso romance entre Struensee (Mads Mikkelsen) y la reina Carolina (Alicia Vikander), que hastiada de su esperpéntico marido, se dejará querer seducida por los encantos y las ideas revolucionarias del médico. Un amor prohibido en cuyo centro encontramos al bueno de Christian (Mikkel Boe Følsgaard), un rey de trapo, cornudo y manipulado por unos y por otros. Un niño caprichoso prisionero en el cuerpo de la persona más poderosa de Dinamarca, pero que es incapaz de asumir su responsabilidad. Es muy de resaltar la soberbia interpretación que Følsgaard hace (papel que le valdría el Oso de Plata a mejor actor en el Festival de Berlín) generando un personaje hacia el que se puede sentir repugnancia, lástima y cariño al mismo tiempo.

Podemos entender “Un asunto real” como una historia en la que se pueden diferenciar tres grandes elementos: la trama del rey Chritian VII; la relación amorosa; y las intrigas políticas. Todas ellas están desarrolladas de manera compensada, evitando primar una sobre otra, pero entremezclándolas de manera perfecta a lo largo de una trama pausada pero solvente. Además, como buena película de época, la fotografía de los escenarios y el vestuario de los personajes destacan por su esmerado cuidado, ofreciendo buenos contrastes entre las luminosas e impolutas zonas reales y la suciedad y oscuridad del pueblo.

Así pues, el resultado de la suma de unos personajes bien perfilados e interpretados; una trama de ascendente interés; y una pulcra puesta en escena, da lugar a un notable conjunto, que a pesar de extenderse más allá de las dos horas, carece de altibajos o momentos de pesadumbre. Una lección de historia que sirve para confirmar que, pasados seis mil años, el mundo sigue igual.

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