Tras la obra maestra que es Chicago, y la maravilla visual que fue Memorias de una geisha, esperaba algo grande, muy grande, viniendo del director y por el pedazo de reparto que encabeza la película.

Quizá fueron mis altísimas expectativas las provocaron mi decepción. Pero, para ser justos, la película es buena, entretiene, y sabe enganchar los distintos números musicales bastante bien. Sin embargo, la mayoría de canciones no están a la altura de lo que se supone que debe ser un musical.

En el apartado actoral sí tengo que confesar que salí maravillado por las actuaciones de Daniel Day-Lewis (logradísimo acento italiano), y Marion Cotillard, especialmente ésta última. Simplemente increíble. Penélope Cruz cumple, y Nicole Kidman, bastante desaprovechada.

En resumen, el film es altamente disfrutable, mi error fue quizás ir con las expectativas demasiado altas. Hay que olvidarse de Chicago para verla.