Mirar con la mirada limpia y airada de una adolescente marginal: esto es lo que nos permite la película. Los ojos de Katie Jarvies ven la sordidez de una familia "desestructurada", de un vecindario miserable, de unos adultos desapensivos; y, pese a ello, conservan la frescura de los quince años.

Bella fotografía, magnífica interpretación, armónico resultado. El guión zozobra en algunos momentos; de no ser por esto, sería una gran película.