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España España · Miranda de Ebro
Voto de la28:
9
Aventuras. Drama A principios de los años noventa, el joven e idealista Christopher McCandless (Emile Hirsch), adopta el nombre de Alexander Supertramp, deja sus posesiones y sus ahorros a la beneficencia y abandona el mundo civilizado con rumbo a la salvaje Alaska para entrar en contacto con la Naturaleza y descubrir el verdadero sentido de la vida. Adaptación del best-seller de Jon Krakauer, basado en las notas del diario de McCandless. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2008
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el santoral cristiano abundan, como beneficiarios del privilegio de la santidad, multitud de personas que se retiraron de la sociedad buscando refugio en la naturaleza. Rezaban por el resto de seres humanos víctimas de la codicia, instigadores de violencia o ignorantes del amor de Dios. Dentro de este colectivo de ermitaños habría de todo: orates, holgazanes y, por supuesto, verdaderos buscadores de la perfección espiritual. Éstos últimos, convencidos de que su oración y retiro ayudaban a mejorar el mundo, serían personas sensibles a la belleza de la naturaleza y la perfección de sus mecanismos. En todo ello sentirían el amor de aquel que pudo fabricarlo.
Chris Mc Candeless con 22 años en 1991, recién licenciado en la universidad, decide abandonar su cómoda vida, un futuro prometedor y exitoso, para buscar en la naturaleza las razones de su infelicidad y sentirse libre. Para ello recorre parte de EE.UU con la obsesión de llegar a Alaska.
Si este chico era tal como nos lo muestra Sean Penn en “Hacia rutas salvajes”, no fue un loco ni un vago, sino un ser excepcionalmente maduro para su edad, precozmente asqueado de su, aparentemente, privilegiado entorno y, a la vez, esperanzado por encontrar la felicidad. Fue un asceta contemporáneo laico.
La película es bellísima. En todos los aspectos. Panoramas espectaculares de campos inmensos, desiertos, frondosos bosques y montañas inalcanzables. Si viéramos esta obra con los oídos tapados también comprenderíamos su sentido, pero el guión es tan preciso que cada frase está llena de trascendencia. Nada sobra y todo merece ser escuchado. El conjunto de texto, imagen, música, interpretaciones y arriesgado montaje está impregnado de una hermosura que acongoja.
El espectador, como nuestro protagonista, debería entrar a la sala de proyección abandonando, al menos mentalmente, la pequeñas o grandes ataduras cotidianas. Si además su edad ronda los veinte años, al día siguiente querrá echarse la mochila a la espalda. Eso sí tomando ciertas precauciones…
Como en toda road movie, existe el encuentro con otros viajeros. El contacto con ciertos arquetipos humanos (hippies añosos, veteranos de guerra, individuos violentos, seres urbanos marginales) describen parte del pasado y el presente de EE.UU.
La historia se estructura en cuatro capítulos, Adolescencia, Edad adulta, Familia y Obtención de la sabiduría. Una gradación de aprendizaje que a la mayoría nos lleva toda la vida y sin la garantía de alcanzar el último capítulo. Sin embargo, Alexander Supertramp hizo el master en dos años. Le salió caro.
El primer pensamiento que se lee en la pantalla pertenece a un texto de Lord Byron: ”no amo menos al hombre, sino más a la naturaleza”. Cuando Supertramp ha alcanzado la sabiduría escribe: “la felicidad sólo es real cuando se comparte”.
la28
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