No se trata de una película más de unos bárbaros que luchan por no ser cristianizados, sino de un pueblo real que existió, los frisios y como el cristianismo intentó bautizar a toda su población.
Redbad ( Gijs Naber) fue un caudillo pagano de Frisia, considerado el último monarca independiente de los frisones antes de la dominación del Imperio franco.
Wilibrordo ( Jack Wouterse) era un misionero cristiano, que posteriormente fue nombrado obispo de Utrech. Intentó bautizar a Redbad tal y como recoge la película y la causa por la que no lo hizo, viene igualmente recogida. Un posible error es que fue Bonifacio el que cortó un árbol centenario en honor a Thor y no Wilibrordo como recoge ésta.

Todo comienza con la muerte del rey frisio, las tensiones e intereses que surgen cuando tiene que haber una sucesión a un trono y la presión que existe porque los francos están llegando a sus tierras cristianizándolas. Con estos ingredientes Redbad es puesto a merced de los dioses. Quién ocupa en trono gracias a su padre es Jurre, gracias a la habilidad de su padre para hacer ver a Rebdad como un peligro.
A partir de aquí pasajes en la vida de Redbad, barbaridades en nombre del cristianismo (rayan lo excesivo), un pueblo que está siendo sometido a una religión que no es la de sus antepasados, épica y amor.

Como ya se ha mencionado, al hablar de un personaje que fue caudillo de un pueblo de los actuales Paises Bajos, se percibe un interés histórico, y un trabajo de recogida de información.

El mayor hándicap es la excesiva duración de la misma, las batallas se hacen largas.
También hay un primer plano en el que sale Frea (Loes Haverkort) en el que está muy guapa, pero con sombra de ojos, rimel y la raya de ojos, a partir de ahí se le va viendo bastante maquillada para lo que es la época y la ubicación en las que se desarrolla la trama. La raya de ojos llevan muchos de los personajes, tratando de dar más ferocidad a los rostros, pero pero.