Espartaco llega a su fin, y nos guste o no al tracio la jugada no le saldrá bien, al igual que a los guionistas de la serie, que han ido de más a menos, hasta caer muertos en el campo de batalla. Muerte, sangre, sexo, todo sigue igual en Spartacus, excepto la trama, que ha bajado de intensidad, y se ha vuelto menos fidedigna a los hechos históricos que en las anteriores temporadas. Crixo empieza a cansar y el papel de César es demasiado inverosímil, mención especial merece la maldad de Craso, de lo mejorcito en esta última temporada. Se echa en falta las conspiraciones de Ilithyia o Lucrecia, papeles femeninos principales y no meras comparas, personajes que están detrás de las decisiones de los poderosos, que hacían a la segunda temporada algo más rica en matices. Pese a esa falta de intensidad en el guión la serie sigue siendo entretenida y aunque ya sepas como acabará el ex-esclavo de la República sigues pensando que se salvará gracias a algún descabellado plan.