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Voto de yogurtnatural:
10
Drama. Thriller John Grant, un excelente profesor que llega a una ciudad de mineros situada en un inhóspito desierto, decide pasar allí la noche antes de coger un avión para Sydney. Pero pasan cinco noches y parece que Grant se está acercando poco a poco a la autodestrucción. Cuando los efectos del alcohol empiezan a distorsionar su percepción de las cosas, surgirá un aspecto de su personalidad muy poco agradable, que se traduce en un gran desprecio por sí mismo. (FILMAFFINITY) [+]
14 de agosto de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como mucha otra gente en este país, mis padres conservan una casa en un pueblo de la España profunda al que vamos siempre a pasar los veranos. Y eso ha hecho que conozca bien a los lugareños, los cuales también creen conocerme a mí, de hecho la mayoría piensa que soy poco menos que retrasado mental por cosas como, por ejemplo, plantar en un pequeño huerto que tenemos rosales y no tomates o no tener carnet de conducir. Gracias a ese lugar comencé a aprender que el burdo mito del "buen salvaje" de Rousseau es eso: un mito. Por otro lado, lo que yo pienso de ellos, sin embargo, es que conservan todos los valores negativos y atávicos del ser humano tales como la envidia, el egoísmo, el desenfreno, la gula… Espero vender la casa algún día y no tener que volver jamás allí. Cuento ésto porque esta película refleja dicha asimetría de percepciones mutuas entre el urbanita y el garrulo de pueblo. Los dos se verán siempre como extraños y se minusvaloraran, pero la verdad es que los dos especímenes se rigen por sistemas perfectamente equilibrados que ordenan sus mundos y que son tan válidos el uno como el otro. La figura del policía en la película refleja este aspecto.

Pero la cinta no sólo se queda ahí. ¿Recuerdan la división de los cursos de la EGB en tres clases, la A, la B y la C, como forma de repartir a los alumnos? Se suponía que la asignación era o debía ser por riguroso orden alfabético, sin embargo, e inequívocamente la C era la clase de los malotes, la B la de los estudiantes menos malos y en la A, por supuesto, se reunía a los hijos de maestros y demás fauna angelical. Sin embargo, la clase C siempre fue la más interesante. Sólo pasar por delante de la puerta de una clase C hacía que se te helase la sangre; esa gente era la que hacía llorar al maestro sustituto, la que no dudaba en destripar a un gorrión si se le ocurría entrar dentro y los que te robaban en el patio el bocadillo o los Levis si un día llevabas uno al colegio. Hoy día esos cursos C han sido sustituidos por los centros denominados Comunidades de Aprendizaje, verdaderos guetos creados únicamente para separar a la morralla de la gente de bien, además de para convertir la vida de sus maestros en un infierno. Pero, ¿por qué me atrevo a llamar morralla a unos y a los otros gente de bien? Quizás porque yo mismo fui siempre del A y peco de la misma prepotencia de la que hace gala el protagonista de la película. Porque a veces olvidamos que pese a lo diferentes que puedan ser los demás en muchos aspectos a uno, a su modo, pueden ser muy buenas personas. Y además, mirándolo desde otra perspectiva, ¿no son esas personas que poblaban la clase C unos auténticos anarquistas, los verdaderos y únicos héroes que resistían contra el mal fabricado por el Hombre en nombre de la palabra civilización? ¿No será esa brutalidad primaria que exhibían una menos dañina que aquella otra institucionalizada por la camisa de fuerza llamada sociedad? Esta pregunta está encarnada en la película por la figura del médico borracho. Recuerdo que mi madre me vio una vez hablando en la calle con alguien de la clase C y rápidamente me arrastró a casa agarrado de las orejas. Quién sabe si de no haberlo hecho ahora sería otra persona. Quizás una más interesante.

¿Retrata la película un rincón de un país tan aparentemente idílico como Australia exactamente como una gigantesca clase de curso C o una Comunidad de Aprendizaje? Pues sí, y también como un mundo infernal donde además de ser todos malotes, la llama de los mecheros es tan larga como para dejarte sin cejas o pestañas si no eres rápido al aspirar el cigarrillo, porque un macho de verdad lo tiene todo grande. Supongo. Puedo comprender que a algunos australianos les molestara la película, pero ésta debía localizarse en algún lugar del planeta Tierra, no podía localizarse en Marte para no molestar a nadie. Y de hecho si cambias Australia por cualquier pueblo de nuestra España profunda seguiría funcionando, porque lo local actúa como proyección universal. Es la gracia del Arte.

Para acabar decir que se trata de una de esas películas de suspense psicológico en las que se plasma la caída al averno de un personaje por culpa de circunstancias de un entorno que no puede controlar, las cuales me chiflan. Es cierto que no dejan de ser ejercicios de estilo de autores pretenciosos a los que siempre se les ve las costuras, porque, por mucho que se intente, una película dura dos horas y hay que ir forzando los acontecimientos, dando un paso cada vez mayor para reflejar la entrada en la locura del personaje principal. Muchas veces clicks mentales arbitrarios y poco creíbles, por apresurados, he ahí su lado teatral. Quizás esa artificiosidad se podría arreglar alargando la trama en el tiempo, que no ocurra todo tan rápido, aquí no llega a quince días, pero supongo que entonces pensaran sus autores que ya no tiene tanto mérito. De todas formas me parece más conseguido este trabajo aquí que en otras similares, como Perros de Paja, porque ésta sí me transmite la sensación de que tú tampoco podrías huir de ahí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
yogurtnatural
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