Tiene Nieves Conde el malditismo de los grandes. Su cine pasó por la buena racha en su relación con el régimen y cuando el autor consiguió el visto bueno de todos, decidió dar el paso que sólo dan los valientes, adentrándose en lugares que le valieron ese malditismo del que la historia todavía no le ha sacado.
A él debemos tres de las mejores películas del cine español de los años cincuenta, "Surcos", "El inquilino" y esta "Los peces rojos", que precisamente por ser la más tramposa argumentalmente es la que bebe más profundamente de la labor de artesano magnífico del director, con impagables secuencias como la del mago y sus trucos sobre una conversación entre Emma Penella y su partenaire de escenario en la película.
No quiero destriparles nada, así que tan solo les recomendaré fervientemente la visión de esta película, cuyo único recuerdo entre nuestros cineastas actuales (es un decir lo de "actuales") fue el relativamente reciente remake efectuado por Garci and friends, que si de algo peca es de fotocopia más que de reinvención, a la "Psicosis" de Gus Van Sant.

En fin, siéntense en su sofá, ponganse "Los peces rojos" y no piensen que es española, y verán que el cine español es -también- maravilloso.