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Voto de Vivoleyendo:
8
Serie de TV. Acción Serie de TV (2010). 13 episodios. Traicionado por su país. Convertido en esclavo. Renacido como guerrero. Spartacus protagoniza la historia más gráfica y visceral del gladiador más famoso de Roma. Con un reparto estelar, asistimos a una mezcla única de acción, efectos gráficos y brutales batallas. Separado del amor de su vida, Spartacus tendrá que luchar por su supervivencia, participando en un espectáculo, donde el principal ... [+]
20 de septiembre de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A quien se disponga a ver desde el principio la saga de “Spartacus” y le dé por leer esta crítica, le aconsejo que empiece por la precuela “Dioses de la arena” y que siga con “Sangre y arena”, “Venganza” y “La guerra de los condenados”. Aunque la precuela se rodara después de “Sangre y arena”, relata acontecimientos anteriores en el tiempo y por lo tanto yo creo que es mejor ver toda la historia en orden cronológico.
Tras el alto nivel dejado por las andanzas de la casa romana Batiato en “Dioses de la arena”, antes de la captura del rebelde tracio, era difícil superarlo o siquiera igualarlo en “Sangre y arena”. Por fin Espartaco hace su aparición y el potente personaje encarnado por el tristemente fallecido Andy Whitfield enseguida promete un periplo tan violento, sensual y épico como el que ya la serie nos venía ofreciendo. Lo malo es que se nota el salto de una temporada a otra, cosa lógica en parte porque se trata de una nueva etapa en el ludus de la casa Batiato de Capua, pero que en ciertos aspectos hace que el conjunto se resienta un poco, ya sea porque los directores no son exactamente los mismos que en la precuela (hay algunos más), o por lo que sea, pero la precuela me gustó más. Sería por el magnetismo del gladiador Gannicus, que ahora está ausente, o porque algún personaje ha pasado repentinamente de mostrarse humilde y respetuoso con sus compañeros, a convertirse en un fanfarrón arrogante que me ha caído como diez patadas en el culo, cuando antes me parecía mucho más digno de respeto. No nos explican la razón de un cambio tan grande de personalidad, y lo que se me ocurre es que el éxito se le subió a la cabeza y sacó al prepotente insufrible que debía de llevar dentro. Aunque hay una cosa que sigue igual, y es que el tío no se ríe ni aunque le paguen.
Escollos aparte, quienes roban indiscutiblemente la temporada son Quinto Batiato, Espartaco y Varro.
John Hannah repite como Quinto Batiato, un villano espléndido, haciendo gala de sus dos únicas cualidades muy destacables: su astucia de rata rastrera (no tiene parangón en cuanto a capacidad de intrigar y maquinar para ascender socialmente), y su habilidad con las palabras, es el orador más cojonudo de Capua. Sería capaz de venderle un cargamento de paraguas a un clan de beduinos del desierto sólo con abrir el pico.
Andy Whitfield encarna al tracio desahuciado y resentido que acaba vendido como esclavo de la casa Batiato. Conocemos la historia real del rebelde y su leyenda, pero Andy nos ofrece al hombre de carne y hueso atormentado y roto, con una voluntad tan fuerte que pasa por los peores infiernos posibles y, lejos de amilanarse y ceder a la derrota, se remonta sobre sus miserias y consigue que toda Capua grite su nombre cuando él sale a la arena.
Jai Courtney da vida a Varro, el único amigo de Espartaco. Ingresa voluntariamente como esclavo en el ludus para pagar sus deudas de juego, con la esperanza de hacerse un nombre como gladiador y honrar a su humilde familia. Es un joven pragmático, amable y de mente aguda que siempre da buenos consejos a su amigo, y un buen luchador. Llega a tener bastante relevancia en la trama.
Por su parte, Lucrecia, la esposa de Quinto, se mantiene en su línea, tan astuta como su marido y con sus mismas ambiciones, componiendo un matrimonio muy bien avenido de serpientes tan venenosas que las rodea un aura de destrucción y muerte.
Los demás, aristócratas y esclavos, enriquecen este universo sanguinario de crueldad y depravación donde sin embargo algunas raras flores de amistad y amor brotan en los lugares más insospechados o menos propicios.
De nuevo uno “mira sin ver” la carnicería cotidiana (con desagradable estética videoclipera a lo “300”) para contemplar detrás una olla en ebullición de amos aberrantes y esclavos pisoteados (cuyo único y poco probable aliciente, en el caso de los gladiadores, es llegar a ser leyendas de la arena, y en el caso de los sirvientes, ser razonablemente bien tratados y recompensados por los señores) donde las pomposas frases sobre el honor y la gloria no pueden encubrir la garra de hierro de los grilletes, el mal sabor de las humillaciones constantes ni el hecho de que no son los dueños de sus propias vidas.
Vivoleyendo
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