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Voto de Vivoleyendo:
8
Acción. Fantástico Nacido durante la Gran Depresión (años 30), Steve Rogers creció como un chico enclenque en una familia pobre. Horrorizado por las noticias que llegaban de Europa sobre los nazis, decidió enrolarse en el ejército; sin embargo, debido a su precaria salud, fue rechazado una y otra vez. Enternecido por sus súplicas, el General Chester Phillips le ofreció la oportunidad de participar en un experimento especial: la "Operación Renacimiento". ... [+]
30 de diciembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo he dicho ya, no me tiran los cómics de superhéroes. Eso no quita que algunos de sus traslados al cine lleguen a resultarme bastante decentes. Soy muy reacia a ponerme a ver a estas alturas todas las producciones cinematográficas de la Marvel (que son tela), y de hecho las de Thor, por las que me decidí a saber por qué, quizás por su vis cómica, pues como que aparte de simpaticonas no las considero dignas de dedicarles un segundo visionado. Me dan pereza los X-Men, Iron Man, Hulk, Los 4 Fantásticos y yo qué sé qué más. Qué embrollo. Spiderman tampoco me interesa mucho ya, pese a ser el personaje qué más familiar me resulta de todos ellos pues ha estado muy de moda desde que nací. Será que lo han explotado tanto que me cansa.
Pero bueno, me dio alguna vibra con el Capitán América, del que no conocía nada aparte de que lleva los colores, barras y estrellas de la bandera de Estados Unidos, y un escudo redondo a juego con el uniforme.
Si obviamos toda la machaconería patriotera que tanto les gusta a los yanquis (aún más inevitable cuando el prota lleva la bandera encima), queda una película de superhéroe que sigue la línea humanizadora que ya advertí en "El hombre de acero", basada en Supermán (que ya sé que es de la compañía rival DC). Como está tan visto que estos personajes vayan por ahí salvando al mundo con sus llamativos trajes y sus ultrapoderes, ya no llaman la atención. Vale, desde chiquitines nos hemos acostumbrado a todo ese despliegue. Yo, con la edad que tengo, pido otra cosa. No me interesa mucho un tío cachas cuya identidad desconozco. No diré que no tenga su morbillo, como cuando Supermán rescataba a Lois Lane y ella no sabía quién era su salvador. Pero yo no soy Lois Lane y a mí no me va a rescatar ningún Supermán, así que me interesa más qué hay detrás de esos músculos y de esos disfraces que, si no fuera por quienes los llevan (que los llevan muy bien), más bien darían risa.
Por eso me gusta saber quién es el Capitán América, quién es Steve Rogers. Empatizo con su fragilidad física de chaval enclenque al que los matones de Brooklyn usaban como punching ball, porque él era tan cabezón como para no rehuir una pelea aunque supiera que le iban a sacudir de lo lindo. Es chulo que lo pinten de manera creíble, como que cualquiera de cuerpo débil y corazón fuerte podría convertirse en superhéroe en las condiciones adecuadas y con la ayuda de un poquito de tesseracto asgardiano (ahora me alegro de haber visto "Thor"). La acción situada en los años cuarenta le proporciona un aire clásico, además está pero que muy bien desarrollada, y tengo que admitir que siempre es satisfactorio que les den caña a los nazis o a otros locos que se atribuyen la titularidad del planeta.
No me quedó muy claro si el emblema del tío de la cabeza roja era un pulpo o una calavera con tentáculos. Más bien le pegaría lo primero, porque siendo un villano le tenían que dar la del pulpo.
Es que una cosa buena que tienen las historias de superhéroes es que los malos llevan las de perder.
No como en la vida real.
Vivoleyendo
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