El tono de "El hobbit" es claramente distinto de "El Señor de los Anillos". En el primero, la guerra de la Tierra Media contra Sauron y sus huestes aún estaba en gestación, mientras que en la trilogía ya se desató y una oscuridad perenne se cernía sobre todo el relato, incluyendo los raros momentos de tregua y expansión, casi siempre teñidos de penuria y desazón.
Pero en "El hobbit" predomina una atmósfera más ligera, menos cargada, que deja más lugar al humor y a la aventura por sí misma, sí, ésta tiene su propósito, pero no es todavía tan negro. No es lo mismo la relativa calma chicha de antes de la tormenta, que la tempestad desatada.
Con las películas, que dividen la trama del libro en tres partes, Peter Jackson nos invita a un puro regreso al género clásico de aventuras, fantasía, acción y magia. Esta segunda entrega es más épica y en bastantes tramos más seria que la anterior; a medida que se avanza y se empieza a sentir la gran amenaza en el aire, dejando pequeña cualquier rencilla entre pueblos.
Pero como la misión de Bilbo no es tan terrible como lo será la de Frodo (los ciclos se repiten, los dos plácidos hobbits de la Comarca, uno tras otro, son llamados a contribuir decisivamente en el devenir de la Tierra Media), el argumento puede permitirse muchas dosis de hilaridad. A fin de cuentas, el destino del mundo no está en manos del tío como lo estará en las del sobrino.
La historia se centra en el grupo de enanos que marchan a recuperar su patria perdida, Erebor, la ciudad bajo la montaña. El errante mago Gandalf el Gris, que está al tanto de cuanto se cuece por aquí y por allá, se ha unido a la campaña de los enanos y, con su acertada intuición, ha incorporado a la abigarrada partida al pequeño hobbit, que ha demostrado coraje y mucha más utilidad de la que él mismo se creía capaz.
Con la estructura habitual de las dos obras principales de Tolkien, una compañía formada por una decena o más de individuos se junta y se dirige hacia una peligrosa misión, con Gandalf como valiosa ayuda. En este caso, el objetivo es llegar a Erebor y matar al dragón Smaug, que se ha apropiado de la montaña y de las inmensas riquezas que el pueblo enano, como hormigas laboriosas, ha extraído de las entrañas de la tierra a lo largo de los milenios.
Al igual que en "El Señor de los Anillos", en un momento dado Gandalf se separa del grupo y éste tendrá que apañárselas sin sus conocimientos mágicos ni su dilatada experiencia en todos los terrenos.
Además, harán su aparición los esbeltos, fuertes, sabios, hábiles y longevos elfos que nunca envejecen por fuera pero que muestran en sus ojos y en sus almas la carga de los siglos. Descubriremos cómo comienza la alianza de los orgullosos y soberbios elfos con otras razas (humanos, enanos, hobbits) para enfrentarse a las fuerzas y criaturas del mal, entre las que se cuentan los repulsivos orcos, aliados del Nigromante, un misterioso y poderoso hechicero.
Y un viaje increíble nos conducirá por hermosos paisajes, tétricos bosques malditos, ciudades que hace mucho que no conocen tiempos prósperos, ruinas milenarias, ataques, escaramuzas, luchas, frenéticas huidas y búsquedas, con momentos románticos, dilemas entre egoísmo y altruismo, y cómo los primeros síntomas de la corrupción espiritual que provoca el Anillo Único se hacen notar en el inocente y afable Bilbo.
Sentaos frente a la pantalla y pasadlo endiabladamente bien en la Tierra Media.