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Voto de Vivoleyendo:
10
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Drama
Una pareja de ancianos viaja a Tokio para visitar a sus hijos, pero ninguno de ellos tiene tiempo para atenderlos, por lo que deciden enviarlos a un balneario. Cuando regresan, la madre pasa una noche en la casa de una nuera, viuda de uno de sus hijos. A diferencia de sus cuñados, Noriko muestra afecto por sus suegros y conforta a la anciana. (FILMAFFINITY)
29 de abril de 2008
9 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta excelsa maravilla del cine japonés de los años cincuenta es, sin discusión, uno de los grandes clásicos tanto del cine oriental como del mundial. Yasujiro Ozu rodó un drama que permanece actual y que es indemne al paso del tiempo, y con el que todas las sociedades y comunidades del mundo podrían identificarse siempre, porque se basa en una de las vigas maestras del ser humano: la familia.
Sin trampa ni cartón, sin prisas, amorosamente, pausadamente, con ese sabor a artesanía cinematográfica que no muchos realizadores osan llevar a la pantalla sin caer en el tedio, o en recursos pretenciosos y banales que restan calidad y atemporalidad para favorecer en cambio la recaudación en taquilla y el éxito temporal, Yasujiro Ozu planta el trípode en los sencillos escenarios de la vida corriente japonesa y coloca a sus actores en el contexto idóneo para que derrochen interpretaciones llenas de autenticidad.
El momento histórico se sitúa en 1953, cuando Japón apenas se estaba restableciendo de la terrible guerra. Resulta muy curioso y enriquecedor observar los soberbios escenarios de un país que conservaba su cultura milenaria pero que, al mismo tiempo, iba integrando con total naturalidad las costumbres occidentales. De este modo, es normal ver las construcciones y viviendas con esa estructura y elementos tan típicos de la arquitectura nipona, mezclados también con las influencias de Occidente. Y lo mismo ocurre en la forma de vestir. El guardarropa de cualquier ciudadano de a pie muestra tanto las prendas tradicionales del país (kimonos, zapatos de madera...) como trajes con corbata, camisas y blusas corrientes, faldas, zapatos de cordones o zapatos de tacón... Una muestra de la gran versatilidad de esa sociedad, su avance y su capacidad para adaptarse a los cambios. No en vano es una de las pioneras en cuanto a tecnología, investigación científica, apertura e impulso social.
Oriente y Occidente caminan juntos sin que nada desentone, y Ozu capta sin esfuerzo la sensación de modernidad guardando la veneración debida a la tradición. Su ojo experto analiza con gran ternura, realismo y cierto toque crítico la posición de los ancianos en los tiempos que corren y su relación con los jóvenes. Uno de los grandes conflictos intergeneracionales actuales queda inmortalizado: el de los ancianos que no tienen cabida en esta sociedad excesivamente egoísta cuya máxima meta es la producción y la obsesión por las posesiones materiales. Cuando los hijos están esclavizados a sus trabajos, a unos horarios fijos, a unas exigencias rutinarias que los alejan de los demás en lugar de acercarlos, cuando están metidos como hormigas irreflexivas en esa vorágine que, vista desde la perspectiva de los ancianos, parece bastante alienante... ¿Qué lugar ocupan los mayores en el orden natural?
Sin trampa ni cartón, sin prisas, amorosamente, pausadamente, con ese sabor a artesanía cinematográfica que no muchos realizadores osan llevar a la pantalla sin caer en el tedio, o en recursos pretenciosos y banales que restan calidad y atemporalidad para favorecer en cambio la recaudación en taquilla y el éxito temporal, Yasujiro Ozu planta el trípode en los sencillos escenarios de la vida corriente japonesa y coloca a sus actores en el contexto idóneo para que derrochen interpretaciones llenas de autenticidad.
El momento histórico se sitúa en 1953, cuando Japón apenas se estaba restableciendo de la terrible guerra. Resulta muy curioso y enriquecedor observar los soberbios escenarios de un país que conservaba su cultura milenaria pero que, al mismo tiempo, iba integrando con total naturalidad las costumbres occidentales. De este modo, es normal ver las construcciones y viviendas con esa estructura y elementos tan típicos de la arquitectura nipona, mezclados también con las influencias de Occidente. Y lo mismo ocurre en la forma de vestir. El guardarropa de cualquier ciudadano de a pie muestra tanto las prendas tradicionales del país (kimonos, zapatos de madera...) como trajes con corbata, camisas y blusas corrientes, faldas, zapatos de cordones o zapatos de tacón... Una muestra de la gran versatilidad de esa sociedad, su avance y su capacidad para adaptarse a los cambios. No en vano es una de las pioneras en cuanto a tecnología, investigación científica, apertura e impulso social.
Oriente y Occidente caminan juntos sin que nada desentone, y Ozu capta sin esfuerzo la sensación de modernidad guardando la veneración debida a la tradición. Su ojo experto analiza con gran ternura, realismo y cierto toque crítico la posición de los ancianos en los tiempos que corren y su relación con los jóvenes. Uno de los grandes conflictos intergeneracionales actuales queda inmortalizado: el de los ancianos que no tienen cabida en esta sociedad excesivamente egoísta cuya máxima meta es la producción y la obsesión por las posesiones materiales. Cuando los hijos están esclavizados a sus trabajos, a unos horarios fijos, a unas exigencias rutinarias que los alejan de los demás en lugar de acercarlos, cuando están metidos como hormigas irreflexivas en esa vorágine que, vista desde la perspectiva de los ancianos, parece bastante alienante... ¿Qué lugar ocupan los mayores en el orden natural?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La palpable soledad a la que los viejos se suelen ver relegados, la sensación de que "estorban", de sentirse una molestia para unos hijos que no tienen tiempo que dedicarles... Escasas veces se ha mostrado con tanta lucidez.
Los ancianos padres, a sabiendas de que la única manera de ver a sus hijos emancipados consiste en desplazarse a Tokio y alojarse unos días con ellos, allá se dirigen. Comprobarán que cada cual tiene sus ocupaciones y que hay poco espacio para ellos. Curiosamente, una nuera será la que más atenciones y afecto les demuestre...
Magistral reflexión sobre las expectativas de los padres respecto a los hijos, la filosófica aceptación de las cosas tal como vienen y de los cambios, la paciencia, la ingratitud de los vástagos, el estoicismo, y sobre el amor que, con todas sus eternas imperfecciones y errores, circula entre los miembros de la familia.
No se nos enseña nada nuevo, nada que no conozcamos, y sin embargo se nos transmite una enseñanza universal, siempre fresca y renovadora.
Ojalá, tras haber visto este prodigio, hayamos aprendido a valorar y comprender mejor a nuestros mayores.
Los ancianos padres, a sabiendas de que la única manera de ver a sus hijos emancipados consiste en desplazarse a Tokio y alojarse unos días con ellos, allá se dirigen. Comprobarán que cada cual tiene sus ocupaciones y que hay poco espacio para ellos. Curiosamente, una nuera será la que más atenciones y afecto les demuestre...
Magistral reflexión sobre las expectativas de los padres respecto a los hijos, la filosófica aceptación de las cosas tal como vienen y de los cambios, la paciencia, la ingratitud de los vástagos, el estoicismo, y sobre el amor que, con todas sus eternas imperfecciones y errores, circula entre los miembros de la familia.
No se nos enseña nada nuevo, nada que no conozcamos, y sin embargo se nos transmite una enseñanza universal, siempre fresca y renovadora.
Ojalá, tras haber visto este prodigio, hayamos aprendido a valorar y comprender mejor a nuestros mayores.