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Voto de Vivoleyendo:
8
Comedia. Drama Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), con el objetivo de huir de los nazis y evitar el exterminio, un grupo de judíos de un pueblo de Europa del Este organiza un convoy simulando que se trata de un tren de prisioneros. Algunos de ellos no tendrán más remedio que hacerse pasar por soldados nazis.(FILMAFFINITY)
12 de julio de 2010
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me han comentado que este guión, anterior a “La vida es bella” de Roberto Benigni, lo tuvo el triunfador director italiano en sus manos, y que el propio Radu Mihaileanu se lo prestó por si le interesaba. Gracias a esa generosidad, Benigni ideó una de las mejores comedias dramáticas que yo he tenido el placer de ver. Si fue el rumano el que ayudó a poner tales cimientos, entonces lo felicito, tanto por la calidad de su propio guión, como por ser la fuente que dio origen a otro asombrosamente bello.
Imagino que le sugirió la original idea de crear un cuento agridulce, tan esperanzador como trágico, sobre el ingenio que, desarrollado en las circunstancias más adversas, puede salvar a personas inocentes. Acompañado de la suerte y de abundantes dosis de humor, así como de la sugerencia de que muchas veces, en nuestro mundo imprevisible y absurdo, lo menos lógico y lo más disparatado es lo que finalmente sale bien. Si el horror está al llegar, si los nazis van a venir pisoteando la dignidad de un pueblo entero y lo van a mandar a la denigración y a la muerte… Las medidas desesperadas son las que tienen más sentido. Cuando media Europa está cayendo, y se extiende el rumor de que los judíos son arrestados y ya no regresan, y seremos los siguientes, y nos atraparán como si fuésemos conejos… ¿Por qué no intentar una solución que no se le ocurriría a cualquiera?
Y desde luego que no se le ocurre a cualquiera. Nada menos que Schlomo, el “tonto del pueblo” por elección propia (en el fondo es mucho más cuerdo de lo que aparenta), aconseja hacerse con un tren y fingirse deportados, como los trenes de verdad que transportan deportados de verdad a campos de concentración de verdad. Con la salvedad de que este falso convoy, con mucho de planificación, habilidad y buena fortuna (van a necesitar muchísimo de esta última), se encaminará hacia Tierra Santa.
Los preparativos son descacharrantes. Una comunidad judía al completo se pone en movimiento. Se selecciona a los que saben hablar alemán para que simulen ser los oficiales nazis que “vigilarán” a los “prisioneros” durante el recorrido; se confeccionan los uniformes, puntada a puntada y con todo lujo de detalles; se preparan las provisiones; se compra, parte a parte, el tren, con su locomotora, los vagones de los oficiales y los de ganado; se consigue un maquinista judío novato; se pinta, se arregla por aquí y por allá, se colocan las esvásticas; se encargan documentos falsificados; y todo ello procurando guardar el mayor secreto, para que la voz de su maniobra de fuga no se extienda y dé al traste con el plan. Después de innumerables y muy divertidos titubeos, discusiones, anécdotas y debates, el tren se pone en marcha hacia el peligro y, con gran cantidad de buena ventura, y de socorro divino, hacia la soñada salvación… O hacia el desastre. Ojalá su Dios eche una mano a estos pobres locos que han decidido no quedarse quietos a esperar a que los cojan los bárbaros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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