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Voto de Vivoleyendo:
6
Drama Entre 1956 y 1959, Charles Van Doren, perteneciente a una prestigiosa familia de intelectuales y profesor de inglés de la universidad de Columbia, se convirtió en uno de los personajes más populares de Estados Unidos gracias a su participación en el concurso de televisión ”Twenty One”. Durante tres años contestó siempre las más variadas y difíciles preguntas. Pero, cuando su popularidad había llegado a todos los rincones del país, ... [+]
19 de julio de 2009
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La televisión "es el aula más grande del mundo". Y, desafortunadamente, no todo lo que muestra, transmite y enseña es positivo, si se entiende "positivo" como la transmisión de valores que redunden en una sociedad mejor.
La tele es pura farándula, un festín audiovisual constante que se aprovecha de su propia capacidad para enganchar, embobar y fascinar (y también embotar la mente), y con ello ha sido capaz de revolucionar el planeta entero, como nunca había ocurrido en la historia de las comunicaciones.
Que me dicen en esta película de Robert Redford que han existido programas y concursos de televisión amañados para que todos los implicados se llenaran los bolsillos... Pues por supuesto que me lo creo. La caja tonta mueve tanto dinero en publicidad, y persigue tantos intereses a cada cual más lucrativo, y se mueve hasta tal extremo por los índices de audiencia, que el hecho de que se pasen casi todo el tiempo engañándonos como a bobos es algo completamente natural y asumido. Una de las cosas malas de la tele es que lo que se ve en ella y lo que se escucha suele ir a misa. Nos lo tragamos. Ya nos pueden decir que dos y dos son cinco con un locutor atractivo, un escenario llamativo para la vista y mucho confetti, que nos lo vamos a zampar como benditos.
El trasfondo de las prioridades y los cánones que priman en esta civilización nuestra regida por lo material y lo superficial, hacen que los estudios de márketing, de audiencias y de psicología de masas dicten los modelos a imponer desde el medio de comunicación de masas por excelencia. De esta manera, un presentador/concursante bien parecido, a ser posible de raza blanca, con una voz bien modulada y que arrastre unos antecedentes personales con cachet (familia aristocrática, buen expediente académico, buenos colegios y buenas universidades, una profesión con prestigio...), será el candidato ideal para atraer las mayores audiencias. En cambio, alguien que pertenezca a una etnia/raza considerada impopular (judía, negra...), que sea un don nadie sin apellido familiar sonoro y que proceda de un barrio humilde, no puede alcanzar o permanecer en la cresta de la ola, y será eliminado de la circulación en aras del personaje popular, aquél al que el público adora (o más bien, el que los controladores de las multitudes dictan que se adore).
Y hay mucho más. La televisión llega al extremo de controlar incluso la supuesta inteligencia y erudición de sus cabezas de turco. La trampa es sólo uno de los medios para alcanzar los fines, porque, ¿qué más da el medio que se emplee si se trata de una ilusión, una quimera que se les ofrece a los espectadores para que éstos tengan su dosis de sueño americano? ¿Qué les importa a ellos si lo que presencian es cierto o no? En cierto modo, en la televisión todo es ficción, nada de lo que se ve es "real" en su sentido estricto... ¿Por qué no aprovecharse de eso? La gente no quiere la verdad, lo que quiere es que se le dé lo que pide.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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