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Voto de Vivoleyendo:
9
Ciencia ficción. Acción En el año 2159, los seres humanos se dividen en dos grupos: los ricos, que viven en la estación espacial Elysium, y todos los demás, que sobreviven como pueden en una Tierra devastada y superpoblada. Rhodes (Jodie Foster), una dura gobernante, promueve una rígida ley antimigración, cuyo objetivo es preservar el lujoso estilo de vida de los ciudadanos de la estación espacial. A pesar de ello, los habitantes de la Tierra harán todo lo ... [+]
8 de diciembre de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nota que Blomkamp es de Sudáfrica y fue testigo directo del Apartheid. En su cine uno de los temas recurrentes es la discriminación. En “Distrito 9” filmó en formato de pseudo-documental un thriller de sci-fi sobre un gueto de alienígenas en Johannesburgo. Ahora ha dado el gran salto a EEUU para crear una producción de muy elevado presupuesto, dirigida y escrita por él mismo (como acostumbra). Y vaya si ha aprovechado bien el dinero y los recursos. Desde la primera escena se anuncia ya como una de las más importantes propuestas de ciencia ficción de este año. Me despierta admiración que, en un género ya tan abordado, sigan surgiendo autores que aportan nuevas ideas, nuevas concepciones, nuevos mundos imaginarios futuristas.
Blomkamp es admirable porque su Tierra del siglo veintidós está repleta de detalles de ultratecnología insertada en la vida corriente, en abigarrada mezcla con un entorno sucio, malsano, degradado, superpoblado, no hay un solo espacio virgen ni bonito, no quedan zonas verdes, todo es ciudad tras ciudad asfixiadas en su propio abarrotamiento, todo el mundo viste pobremente y tiene aspecto de no poder lavarse en condiciones, los trabajos están rifados, abundan el paro y la delincuencia, la justicia es severa y se ejecuta a través de robots. Una atmósfera densa de hostilidad y contaminación diversa que casi se puede cortar, algo que el director maneja con excelencia, como ya hizo en la cruda “Distrito 9”.
La pulcritud, el bienestar y el lujo se destinan a Elysium, la estación-colonia espacial reservada a la élite que se la pudo permitir. El Paraíso soñado e inalcanzable, frustrantemente visible desde una Tierra que lo codicia por sus promesas de buena vida, de salud, de abundancia. Allí nadie pasa hambre, todos viven cómodamente, todas las enfermedades y lesiones se curan. Los niños, cuando dicen qué quieren ser de mayores, responden sin vacilar que lo que quieren es ser ciudadanos de Elysium.
Y aquí llega la gran metáfora de lo que es la vida humana, el Apartheid perpetuamente presente. Los ricos y poderosos están muy arriba (literalmente), sólo se miran su propio ombligo y adoptan las medidas más drásticas con tal de proteger a cualquier precio su opulento tren de vida, excluyendo al resto del mundo que está abajo, visto éste como un antro de seres inferiores que no merecen compartir las riquezas, avances y privilegios de los de arriba. Es lo que viene ocurriendo desde que el hombre es hombre. Muy pocos tienen muchísimo y dejan a muchísimos con muy poco. Lo de repartir equitativamente y ser felices con mucho menos de diez mansiones, cincuenta Ferraris y quince yates por cabeza nunca se le ha dado bien al género humano.
Hasta que a los de abajo se les hinchan las narices y, como el que no tiene nada tampoco tiene nada que perder, empiezan a dar verdadera guerra a los de arriba, algo más que un simple dolor de cabeza que se cura en una de esas cápsulas médicas que te inyectan Ibuprofeno de acción instantánea. Qué puñetas, piensa la gente que ya está muy cabreada, a ver qué se creen los pijorros esos de arriba, como si su mierda no oliera fatal por mucho que los W.C. que tienen allí sean de oro y estén perfumaditos.
Toda la trama para hacerse con el control de Elysium y quitársela a los pijos para repartir sus enormes beneficios entre la humanidad, está sostenida por un Matt Damon sólido y ya más que veterano en el cine de acción, acompañado por un plantel no menos consistente (genial Jodie Foster como mala malísima, la ultraconservadora xenófoba), un buen guión y un extraordinario apartado técnico a todos los niveles. Una muy creíble distopía minuciosamente escrita y descrita, donde Blomkamp logra, como en Distrito 9, algo difícil, que es hacer que se den la mano hiperrealismo y fantasía sin que el resultado chirríe en absoluto.
Vivoleyendo
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