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Voto de Vivoleyendo:
7
Drama El dueño de un edificio de viviendas decide poner en la calle a sus inquilinos para vender el solar. La negativa de los afectados a desalojar sus casas hace que el casero, asesorado por su amante, contrate a un matón: el Bruto. (FILMAFFINITY)
13 de mayo de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque muy convencional aquí para lo que solía dar de sí el turolense surrealista, lo cierto es que él, como otros cuantos directores considerados de los tortuosos, también tuvo su etapa hiperrealista. Mientras iba puliendo su personal idiosincrasia, se centró al principio en la crítica social cruda y casi austera. Le encuentro algún paralelismo con Ingmar Bergman. Fijándonos en sus primeras obras, se advierte que podrían englobarse en el movimiento cinematográfico que, entre los años cuarenta y principios de los sesenta, era un fiel reflejo de la realidad de las clases marginales (ampliamente desarrollado en Italia y extendido a otros países).
Pero en Buñuel también cabe hablar de las influencias de sus países de acogida, porque de hecho él ya había experimentado de sobra con el estilo con el que más calzaría, el onírico (“Un perro andaluz” de 1929 es la prueba fehaciente). Al exiliarse durante la dictadura franquista, se empapó de las culturas en las que se veía inmerso. Durante su temporada en México, estudió detenidamente el entramado sociocultural y político y ni corto ni perezoso se lanzó a filmar como si de un autóctono más se tratara. Como él sabía muy bien destapar los puntos flacos, en unas cuantas películas retrató las miserias de los parias mexicanos, el perpetuo enfrentamiento entre riqueza (escasa) y pobreza (abundante), virtud (inútil y despreciada) y pecado (tan fácil de cometer), poder (ejercido por los pudientes corruptos) y sumisión (inspirada por el miedo), fe (propia de los ilusos que aún creían en algo que fuese bueno y puro) y descreimiento (mucho más común), esperanza (manchada de desencanto) y desilusión (a espuertas). El pesimismo era la nota dominante, así que no cabe esperar felicidad ni sueños cumplidos. Hasta el hecho de guardar el deseo de algo bonito parece una burla.
En los arrabales casi no hay espacio para la nobleza de espíritu, porque bastante hay ya con sobrevivir a base de trapichear, trabajar como mulas, echarse a la picaresca y buscarse un pretendiente o amante con posibles. Y si alguien quiere volar, le cortarán las alas. O tal vez nunca las tuvo, porque ya se las habían cortado al nacer. Como al Bruto, un pelele con mucho músculo y poco cerebro que, pese a la sordidez que le persigue y la rudeza de sus puños, aún esconde un tímido sueño de amor que no puede realizar con las mujeres interesadas y mezquinas que suelen echarle el guante. Pero él está demasiado enfangado y sus manos están sucias de sangre por servir al canalla de don Andrés, a quien él cree deber lealtad como el perro apaleado cree debérsela al amo que le da las sobras entre palos.
En suma, una mirada nada amable a unos y otros sectores de los barrios bajos, en la que todo el mundo sale escaldado.
Vivoleyendo
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