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Voto de Vivoleyendo:
6
Drama Billy Hayes (Brad Davis), un joven estadounidense, fue detenido en el aeropuerto de Estambul cuando se disponía a subir a un avión con varios paquetes de hachís. Acusado de uno de los delitos considerados más graves en Turquía, Billy es condenado a cuatro años de cárcel. En prisión sufrirá las atrocidades propias de un sistema penitenciario brutal e inhumano. (FILMAFFINITY)
9 de enero de 2011
23 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Billy Hayes debió habérselo pensado un poquito mejor antes de intentar llevarse hachís de contrabando cuando iba a regresar desde Turquía a Estados Unidos. Seguramente se habría enterado de que el “chocolate” se podía comprar barato a cualquier camello lugareño, y no hizo otra cosa que agenciarse un par de kilos para montarse una juerga con sus amigos estadounidenses cuando estuviera de vuelta en casa. Creyó poder burlar a los agentes de la aduana. Y el inconsciente chaval se topó frente al muro de la justicia penal turca. Cometió una tontería por la que le echaría el guante un sistema deseoso de atrapar con las manos en la masa a cualquiera que llevara drogas encima, pues el freno al narcotráfico en creciente expansión es una asignatura pendiente en muchas naciones. Y queda de fábula pillar in fraganti a algún pelagatos de esos que lo peor que ha hecho en su vida ha sido ponerse ciego de hierba con los colegas de vez en cuando. Porque a los narcos de verdad, los que se dedican al tráfico y venta a gran escala, no se los pilla tan fácilmente.
Así que el muy tontaina de Hayes allá fue con dos kilos de mierda pegados a su cuerpo. Y eso le costaría unos cinco años de libertad, dignidad humana, integridad moral y física, y cordura. Más que sobrado castigo. Y aún puede dar gracias a haberse escapado y haber contado su infierno siendo de nuevo un hombre libre. A seguir vivo.
No he leído la autobiografía de Hayes, así que no sé hasta qué punto difiere la versión cinematográfica de los hechos reales, o por lo menos de la narración del ex-presidiario. Lo que me decepciona es que, como casi siempre ocurre, se desperdicia bastante una historia que podía haber dado más de sí. Y, de paso, que también podía haber sido más fiel a la verdad. Oliver Stone no estuvo a la altura. Tampoco la música me parece de traca. No ha soportado bien el paso de los años. Así que no entiendo muy bien lo de los Óscars al mejor guión adaptado ni a la banda sonora, pero mejor no entro en el tema de los premios, porque ya se ha visto que en muchos casos eso es una lotería y no siempre le tocan a quien más se los merece. Aunque claro, eso, como todo, es subjetivo y depende del punto de vista de los jueces que conceden los galardones.
Dramas carcelarios los hay que superan con creces a éste, para mí al menos. Sólo hay una escena que realmente me haya hecho removerme en el asiento, y es la de la zurra que le da Billy al soplón como venganza. Y es que hasta yo le tenía ganas. Porque eso de que jodiera al personaje de John Hurt, el único que me despertó simpatía, bien se merecía que le dieran estopa.
Chicos, no seáis mamelucos y no se os ocurra hacer el burro por ahí, que en muchos sitios las cárceles no son precisamente hoteles de cinco estrellas.
Vivoleyendo
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