Si en algo destacan las películas de Mario Moreno "Cantinflas" no es por la originalidad del argumento, ni por la brillantez de las actuaciones, ni por el apartado técnico. Destacan gracias a la arrolladora personalidad del protagonista, estrella indiscutible del humor que remontó mucho más allá de las fronteras de México y se hizo popular en todo el mundo.
Cantinflas se ha ganado a pulso millones de adeptos, entre los cuales se encuentra esta servidora. Por ello, rara vez me pierdo alguna de sus películas cuando las ponen en la tele.
He visto "El padrecito" varias veces y siempre me hace reír de lo lindo. El carácter perennemente optimista y alegre del cura, que llega para revolucionarlo todo y poner patas arriba a un pueblecito mexicano que está habituado a su viejo cura conservador, y en el que nadie se atreve a denunciar ni a plantar cara a las injusticias y abusos que cometen los caciques del pueblo. Pero el nuevo cura no está dispuesto a tolerar las hipocresías, ni las desigualdades, ni las injusticias, ni los abusos y hará lo imposible por lograr que el pueblo sea cada vez mejor, ganándose al principio las reticencias y la enemistad de ciertas personas.
Llena de encanto con su guión sencillo, con la naturalidad desbordante de Cantinflas y con su bello mensaje final, nos deja el corazón lleno de alegría y con la sensación de haber disfrutado de principio a fin.
Impagable la verborrea incesante del genial cómico, su total ausencia de sentido del ridículo y su desafiante descaro.