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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama. Romance. Comedia Argentina, años 80. La represión del gobierno militar, la guerra de las Malvinas, el retorno de la democracia, la crisis económica y la llegada de Menem al poder son el telón de fondo de la historia de Jorge y Laura. Él (Ricardo Darín) es una joven promesa de la literatura argentina, pero vive de los cuentos románticos que escribe para una revista de actualidad. Ella (Soledad Villamil) es una camarera que espera el regreso de su novio, ... [+]
4 de diciembre de 2011
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esos tiempos en los que mojarse bajo un chaparrón es una aventura cosquilleante y las posibilidades rebullen en ese libro por escribir o en ese cuadro por pintar, es cuando todavía se es valiente, y uno quiere empaparse de todo y lanzarse a emborronar páginas o lienzos para probar a ver si sale algo hermoso.
Y de ese modo nace el amor como el de Jorge y Laura, como un cosquilleo en la boca del estómago, una sensación parecida a pasear bajo la lluvia, arriesgándose a coger un resfriado, con esas ganas imparables de cometer locuras, tan eufóricos que no importa lo demás, que uno cree que se elevará tan alto sobre una nube que nada podrá hacerlo caer.
Pero después llega el tiempo de la cobardía, de las dudas y de vender los sueños a cambio de un sueldo mísero, de huir de la lluvia temiendo la pulmonía y de notar un peso donde antes había cosquillas.
En este vaivén se mueven Jorge y Laura, en este caldo que hierve y se enfría y se vuelve a calentar. Es un cocido que tiene que cocinarse a fuego muy lento, macerar y reposar durante décadas, dejándolo tapado por meses o años para que los sabores se combinen lentamente. Da la impresión de que nunca quedará bien, de que siempre le falta algún ingrediente que se escapa, pero hay que tener paciencia. Puede que al final el guiso alcance el punto adecuado. O puede que se eche a perder definitivamente, no se sabe. Una pequeña ilusión lo mantiene borboteando, y es la del fuego que nunca se le apaga.
En el marco de su Argentina de vacilante transición, ambos enamorados se mueven a través de bonanzas y aguaceros, acercándose y alejándose alternativamente de ellos mismos y de sus metas, resbalando bajo el cielo plomizo y levantándose otra vez bajo el sol que vuelve a brillar, y con ellos deambula su mundo reñido entre los ideales y la realidad, entre el arte y el trabajo remunerado, entre la verdad y la falsedad.
Con su acostumbrada vena para remover nuestro interior, Campanella ensalza el imperfecto e imprescindible amor con sus altibajos, los reencuentros, la manera en que los ojos tornan a brillar de nuevo al encontrarse tras una larga ausencia, olvidando por un instante las decepciones, y paladeando otro poco de esperanza que hace que valga la pena mojarse bajo la lluvia una vez más, porque puede que esta vez sea para siempre, ojalá que sí.
También ensalza lo que nos convierte en mejores personas, como la amistad y lo que podemos llegar a estar dispuestos a hacer por alguien que nos necesita.
Qué boludos, si es que no tenemos remedio.
O puede que sí, a veces.
Vivoleyendo
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