Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
7
Drama Viena, 1957. Una mujer judía, esposa de un director de orquesta, reconoce en el portero del hotel en el que se aloja al oficial nazi que, en un campo de concentración, la había utilizado como objeto sexual en una tortuosa relación sadomasoquista. (FILMAFFINITY)
19 de noviembre de 2011
21 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es más que un drama erótico. Y eso que carga morbosa tiene de sobra, en esa vertiente escabrosa de una relación de humillador-humillado exclusiva y encadenante, jubilosamente aceptada por ambas partes. Es extraña la química que derrochan Rampling y Bogarde, el torvo maduro y la jovencita viciosa, y cómo en su unión no hay sólo poder y sumisión, no sólo sexo; es obsesión, enfermedad, sentencia a morir de placer maldito. Es un amor desviado y condenado, en el que uno y otro son muy conscientes de que están podridos, de que no verán el cielo, de que no hay más paraíso que el que tocan cuando se hacen daño y se curan mutuamente, cuando se entregan hasta la extenuación y se acechan como perros celosos, torcidamente felices en su prisión oscura, teñida de sangre, rodeada de horror. Cuando están juntos, no hay nada más en el mundo, no hay moral, no hay normas, no hay guerra, lo que hay es el oficial que marca a fuego la carne y las pasiones de una chiquilla que se enamora de su captor. Él la tuvo a su merced y el salvaje goce de la dominación los ha perseguido sin descanso a lo largo de los años en que han estado separados, han rehecho sus vidas, parecen respetables, él es el correcto portero de noche de un hotel y ella es la esposa de un músico.
El pasado nunca duerme. Se acurruca silencioso en un rincón, entorna los ojos y mira discretamente, y pueden pasar eras sin que intervenga con violencia. Hasta que un hecho lo hace saltar, remover la memoria y reclamar su lugar en el presente. Para ellos dos, reaparece en cuanto se cruzan, tras doce o trece años sin saber nada del otro, en el hotel de Max. El momento actual se hace trizas, y se hacen la ilusión de que nada ha cambiado, porque ella sigue siendo su pequeña sometida y viciosa, y él sigue siendo su macho dominante. O tal vez es al revés, porque los papeles también se intercambian, y no se sabe quién posee a quién, o si se poseen los dos quemándose en una hoguera incandescente, inagotable, mortífera, porque los conduce a la destrucción que ya ambos sabían que tendría que llegar.
Porque reconocen sus negras almas corrompidas por el crimen y el regodeo en la iniquidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow