Cada película que te atrapa, lo hace por algún factor que conecta contigo. Puede haber infinidad de ellos. Una fotografía grandiosa, una banda sonora estelar, un guión convincente, unos intérpretes que lo bordan, cualquier otro detalle que a uno le llame la atención especialmente. O todo eso al mismo tiempo, o alguno de esos elementos aunque no todos... No importa si es el conjunto o si es sólo algún elemento que destaca con su propio resplandor. Hay películas que se levantan casi por entero gracias a la intervención de algo que las remonta.
Para mí, ese algo consiste en Charles Laughton y en el ingenio demoledor de sus diálogos.
Porque realiza un papel rompedor y sencillamente magnífico.
Laughton es la gran estrella de este drama de intriga policíaca y judicial, drama que en sí no me ha terminado de complacer, pero ese gran actor lo impulsa y lo ayuda en gran medida a crecer y a mantener mi benevolencia ante un desarrollo que dio inicio con muy buena fortuna, para perder algunos puntos ya avanzado el metraje.
Fallos, incongruencias y pequeñas decepciones aparte, con un guión tomado de una obra de Agatha Christie y llevado de un libreto de teatro al cine, puede que Billy Wilder hiciese creaciones mejores que ésta, desde luego, pero no podía contar con nadie más apto ni más idóneo que el ilustre actor británico.
Desde la primera frase que pronuncia, Laughton parece nacido para meterse en el pellejo de ese abogado pertinaz, irónico, testarudo, calavera y rabiosamente agudo. Perro viejo, sabueso con un olfato muy fino y con una lengua ácida y punzante, que sabe acertar donde más pica.
¿Quién sería capaz de hacer dudar a un letrado tan repleto de experiencia y de ese sentido especial para detectar las mentiras y las verdades?
Cuando se trata de salvar a un hombre de la pena capital, Sir Wilfred Roberts peleará hasta el último recurso, hasta el último as. Muy pocos podrán igualar su instinto para preparar una defensa capaz de hacer enmudecer de la impresión a toda la concurrencia de la sala de un juzgado.
¿Conseguirá, estando enfermo y debilitado, demostrar la presunta inocencia de su último cliente, acusado de asesinar a una viuda adinerada?
Este drama, comenzando con gran brío, siempre sostenido por el impulso magnético de Laughton y ese sentido del humor fuera de serie que él multiplica, desafortunadamente no se resuelve con el nivel que auguraba.
Tyrone Power se luce en una gran intervención, pero Marlene Dietrich no despunta especialmente. Y desde luego no pueden hacer sombra a su genial y veterano compañero de reparto.
Pese a los contras que percibo, no pongo en duda que se trata de un muy decente clásico del género cinematográfico que se centra en los casos criminales y su resolución, cargado de las dosis adecuadas de suspense y de chispeantes ocurrencias y giros que hacen de algunas conversaciones un gran deleite para los oídos.