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Voto de Vivoleyendo:
10
8,2
80.232
Drama
Un importante magnate estadounidense, Charles Foster Kane, dueño de una importante cadena de periódicos, de una red de emisoras, de dos sindicatos y de una inimaginable colección de obras de arte, muere en Xanadú, su fabuloso castillo de estilo oriental. La última palabra que pronuncia antes de expirar, ”Rosebud”, cuyo significado es un enigma, despierta una enorme curiosidad tanto en la prensa como entre la población. Así, un grupo de ... [+]
13 de septiembre de 2008
59 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier cinéfilo de pro ha visto seguramente toda la filmografía de Welles, o buena parte de ella, tanto en su faceta de director, como en la de guionista, o como en la de actor, o en todas a la vez.
Cualquier cinéfilo de pro conoce los matices de la genialidad de Welles hasta el agotamiento.
Yo nunca había sido una cinéfila de pro, ni creo serlo. De Welles sólo conocía una película suya como actor, “Jane Eyre”, y hace mucho vi algún fragmento de “Ciudadano Kane” en algún momento y en alguna circunstancia que probablemente no favorecieron el que yo apreciara lo que estaba viendo en toda su magnitud, y que me hicieron desecharla en el olvido.
Hasta hoy.
Decidí limpiar la mente y erigirme en observadora ecuánime, fuese cual fuese el resultado. Si hubiese sido negativo, no dudaría a la hora de sentenciarla, por muy encumbrada que esté. Pero ha sido muy positivo. Hay segundas oportunidades que llegan en mejor momento que las primeras. Y me alegro por ello.
Welles filmó una obra para la eternidad, de las que perduran para siempre porque lo que contienen trasciende el tiempo, el espacio y todo lo que es pasajero y material. Y lo hace porque saca a relucir los rasgos humanos más perdurables en el tiempo, los que definen con certera agudeza algunas de las máximas aspiraciones humanas.
Poder, riqueza, dominio, fama, control y afán de alcanzar la posteridad. Arrogancia, soberbia.
Quizás porque en el fondo sabemos que somos tan pequeños… Y en ocasiones tenemos el oculto deseo de aspirar a lo grande.
Welles agarra la sociedad contemporánea y la pone en evidencia. Y para ello se sirve de un punto de partida brillante: un hombre con el poder suficiente para manejar el curso de los acontecimientos a su antojo. Charles Foster Kane ha sido moldeado para llegar más arriba en la materialista escala de valores, de lo que nadie pueda llegar.
Dueño de un gran imperio financiero en virtud a la previsión de su astuta madre, quien escogió para él un futuro con las puertas abiertas, Kane está dispuesto a cambiar el mundo y a reconvertirlo según sus ideales. Kane puede permitirse el lujo de espetar a la cara de muchos personajes preeminentes el deshonor y la corrupción que cubren bajo un manto de hipocresía. Puede destapar sin el menor temor maniobras deshonrosas, ilegales, criminales y opresoras, porque él posee la suficiente fuerza para hacerlo. Puede pregonar las injusticias y combatir la pobreza y la desigualdad.
Desde su pedestal de poder, él puede autoproclamarse como justiciero y como una especie de semidiós capaz de influir en el destino de una nación.
Puede poseer todo lo que se pueda comprar con dinero.
Puede ser despreocupado, derrochador, puede ponerse el mundo por montera y burlarse de sí mismo y de todo.
Cualquier cinéfilo de pro conoce los matices de la genialidad de Welles hasta el agotamiento.
Yo nunca había sido una cinéfila de pro, ni creo serlo. De Welles sólo conocía una película suya como actor, “Jane Eyre”, y hace mucho vi algún fragmento de “Ciudadano Kane” en algún momento y en alguna circunstancia que probablemente no favorecieron el que yo apreciara lo que estaba viendo en toda su magnitud, y que me hicieron desecharla en el olvido.
Hasta hoy.
Decidí limpiar la mente y erigirme en observadora ecuánime, fuese cual fuese el resultado. Si hubiese sido negativo, no dudaría a la hora de sentenciarla, por muy encumbrada que esté. Pero ha sido muy positivo. Hay segundas oportunidades que llegan en mejor momento que las primeras. Y me alegro por ello.
Welles filmó una obra para la eternidad, de las que perduran para siempre porque lo que contienen trasciende el tiempo, el espacio y todo lo que es pasajero y material. Y lo hace porque saca a relucir los rasgos humanos más perdurables en el tiempo, los que definen con certera agudeza algunas de las máximas aspiraciones humanas.
Poder, riqueza, dominio, fama, control y afán de alcanzar la posteridad. Arrogancia, soberbia.
Quizás porque en el fondo sabemos que somos tan pequeños… Y en ocasiones tenemos el oculto deseo de aspirar a lo grande.
Welles agarra la sociedad contemporánea y la pone en evidencia. Y para ello se sirve de un punto de partida brillante: un hombre con el poder suficiente para manejar el curso de los acontecimientos a su antojo. Charles Foster Kane ha sido moldeado para llegar más arriba en la materialista escala de valores, de lo que nadie pueda llegar.
Dueño de un gran imperio financiero en virtud a la previsión de su astuta madre, quien escogió para él un futuro con las puertas abiertas, Kane está dispuesto a cambiar el mundo y a reconvertirlo según sus ideales. Kane puede permitirse el lujo de espetar a la cara de muchos personajes preeminentes el deshonor y la corrupción que cubren bajo un manto de hipocresía. Puede destapar sin el menor temor maniobras deshonrosas, ilegales, criminales y opresoras, porque él posee la suficiente fuerza para hacerlo. Puede pregonar las injusticias y combatir la pobreza y la desigualdad.
Desde su pedestal de poder, él puede autoproclamarse como justiciero y como una especie de semidiós capaz de influir en el destino de una nación.
Puede poseer todo lo que se pueda comprar con dinero.
Puede ser despreocupado, derrochador, puede ponerse el mundo por montera y burlarse de sí mismo y de todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Todo en sus manos es como un juego en el que él impone las reglas.
Pero olvida varios detalles básicos.
Olvida que los corazones no se pueden comprar.
Olvida que la felicidad no se puede comprar.
Olvida que su propia libertad debería respetar y tener presente la de los demás.
Olvida que una vez fue un niño pobre que no aspiraba a más que a divertirse con su trineo sobre la nieve, y que fue más feliz con ello de lo que jamás lo sería después, y que en el terrible momento de dejar su niñez atrás sabía que ya le estaban robando lo mejor que tenía.
En la lucidez de la antesala de la muerte, él sabía que nunca fue tan rico como cuando no tenía nada.
Todo lo que yo pueda decir sobre la subyugante, original, audaz, fantasmagórica, simbólica y sugerente fotografía, ya se ha dicho. Todo lo que yo pueda decir sobre el supremo guión, sobre el buen trabajo de la plantilla de actores, sobre la calidad de la banda sonora y sobre la monumental y grandiosa puesta en escena, ya se ha dicho. Todo lo que yo pueda decir sobre el vestuario, sobre el maquillaje, sobre el atrezzo y sobre todo lo que se pueda comentar algo, ya se ha dicho.
Y tras tanto influir en la opinión pública, tras tanto coleccionar y conservar obsesivamente objetos familiares y piezas de museo y construir palacios y teatros, tras querer comprar la luna, y tras perder la amistad y el amor, Kane no es más que un hombre derrotado que sueña con volver al momento en que todavía era un niño cuyo horizonte era su madre, y su único amigo era un trineo con una rosa pintada en el reverso.
Pero olvida varios detalles básicos.
Olvida que los corazones no se pueden comprar.
Olvida que la felicidad no se puede comprar.
Olvida que su propia libertad debería respetar y tener presente la de los demás.
Olvida que una vez fue un niño pobre que no aspiraba a más que a divertirse con su trineo sobre la nieve, y que fue más feliz con ello de lo que jamás lo sería después, y que en el terrible momento de dejar su niñez atrás sabía que ya le estaban robando lo mejor que tenía.
En la lucidez de la antesala de la muerte, él sabía que nunca fue tan rico como cuando no tenía nada.
Todo lo que yo pueda decir sobre la subyugante, original, audaz, fantasmagórica, simbólica y sugerente fotografía, ya se ha dicho. Todo lo que yo pueda decir sobre el supremo guión, sobre el buen trabajo de la plantilla de actores, sobre la calidad de la banda sonora y sobre la monumental y grandiosa puesta en escena, ya se ha dicho. Todo lo que yo pueda decir sobre el vestuario, sobre el maquillaje, sobre el atrezzo y sobre todo lo que se pueda comentar algo, ya se ha dicho.
Y tras tanto influir en la opinión pública, tras tanto coleccionar y conservar obsesivamente objetos familiares y piezas de museo y construir palacios y teatros, tras querer comprar la luna, y tras perder la amistad y el amor, Kane no es más que un hombre derrotado que sueña con volver al momento en que todavía era un niño cuyo horizonte era su madre, y su único amigo era un trineo con una rosa pintada en el reverso.