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Voto de Vivoleyendo:
10
Thriller. Drama Arthur Fleck (Phoenix) vive en Gotham con su madre, y su única motivación en la vida es hacer reír a la gente. Actúa haciendo de payaso en pequeños trabajos, pero tiene problemas mentales que hacen que la gente le vea como un bicho raro. Su gran sueño es actuar como cómico delante del público, pero una serie de trágicos acontecimientos le hará ir incrementando su ira contra una sociedad que le ignora. (FILMAFFINITY)
26 de enero de 2020
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy fan de los cómics de superhéroes. Yo siempre he sido mucho más de los dos descacharrantes agentes de la T.I.A., los antihéroes Mortadelo y Filemón, pero también a menudo de los divertidos vecinos del edificio de 13 Rue del Percebe, y de lejos les siguen otros títulos. En general, he seguido mucho ese tipo de cómics que reflejan las miserias de la vida con grandes dosis de humor e ironía. Por eso yo nunca estuve muy familiarizada con la historia de Batman, ni me llamó nunca la atención. Hasta que surgió la saga de Christopher Nolan, que consiguió humanizar al personaje hasta un punto en que se me hizo interesante.

Será que yo, que nunca me he sentido especialmente atraída hacia los superhéroes, no busco un enfoque clásico y maniqueísta del justiciero con superpoderes o habilidades especiales, al menos no a estas alturas de mi vida. No me interesa demasiado ver a un tipo cachas disfrazado haciendo por ahí el saltimbanqui y salvando el mundo. Me gusta más que me muestren lo que hay detrás del disfraz.

Por suerte, estamos en una época en la que ya todo el universo de los superhéroes está tan trillado que están explorando nuevos enfoques. Dándoles la vuelta para adentrarse en por qué y cómo se convirtieron en lo que llegaron a ser.

Y aquí hay otra vuelta de tuerca más. Batman ni siquiera es el protagonista, después de haber chupado cámara durante décadas. De hecho no existe aún. Le iba tocando el turno a su futura némesis, uno de esos grandes incomprendidos. Hasta ahora era lo más normal asociar el Joker al hombre murciélago como supervillano versus superhéroe, pues todos los “buenos” deben tener su antítesis en los “malos” en las historias convencionales. Pero como yo ya no creo en los extremos ni me trago que los buenos sean tan rematadamente buenos ni los malos tan rematadamente malos, salvo en muy contados y dudosos casos, me apetece ver los matices que hay en medio. ¿Cómo surgió el archienemigo? ¿Es que al hombre payaso se le rompió una tripa y por eso se volvió tan avinagrado? ¿Es que ya sorbió la maldad con la leche materna? ¿Es que Batman es buenísimo y perfecto y Joker lo que tiene es envidia cochina del ricachón? No cuela.

Tan sólo Nolan me invitó a preguntarme alguna vez por qué el Joker es como es. Consiguió humanizarlo, no limitarse a presentarlo como una caricatura. Heath Ledger, espléndido, abrió el camino al extraordinario papel que ahora Joaquin Phoenix ha bordado bajo la angustiosa batuta de Todd Phillips. De tal manera que yo ya no veo la caricatura. Ni siquiera veo un solo rastro del universo Batman de las películas anteriores a Nolan. Y muy poco, poquísimo, de las de éste. Y no veo al villano, no en el sentido que se le suele atribuir a esa palabra.

Yo creo que Joker fue una mera excusa del director para representar un alma torturada y vapuleada hasta la locura. Y Gotham, un mero escenario que podría haber sido perfectamente cualquier gran ciudad corrupta hasta los huesos. Ese Gotham hipnótico con vistas nocturnas apabullantes de otras producciones, aquí es poco más que un estercolero gris y húmedo con toneladas de basura amontonándose en calles cochambrosas, el metro amenazante cubierto de graffitis y pintadas, y deprimentes bloques de apartamentos que hace mucho que no han visto una buena mano de pintura ni una reforma.

Ahí se desenvuelve Arthur Fleck como un fantasma patético, tan patético que creo que pocas veces he visto una sonrisa tan dolorosa como la suya, ni he oído una risa con menos humor.

Porque, pese a que él quiere hacer reír a la gente, no hay un solo momento cómico. Ni uno solo.
¿Cómo puede hacer reír alguien que no ha sido feliz ni un solo minuto de su puta vida, citando sus propias palabras?

Esto es un espectáculo de puro dolor. De pura miseria. De pura locura. La inútil y estéril lucha de un hombre pisoteado una y otra vez, ninguneado, aplastado por un mundo demasiado cruel.

Gotham es un nido de corrupción, se gesta el odio de la mayoría desfavorecida hacia la minoría acomodada, elevada en su pedestal, representada por un altivo Thomas Wayne (padre de Bruce Wayne, un crío de ocho años) con un palo en el culo que se gana a pulso el desprecio de las masas con comentarios esnobs y desafortunados.

Olvidaos los que pretendéis ver a un villano a la antigua usanza. No lo hay por ningún sitio. Lo que sale aquí es un tipo muy, muy triste, tan triste que su risa nerviosa, producto de su enfermedad mental, es como un llanto grotesco. Un tipo contra el que se conjura la peor mala suerte, y al que se le van hinchando las pelotas de que haya tanta falta de humanidad a su alrededor.
Un nacido don nadie al que la sociedad trata peor que a la basura de las calles, a pesar de que él, hasta el momento en que ya no puede más, siempre ha sido una buena persona. Objeto de burlas, palizas y humillaciones por ser peculiar, por su risa extraña, por gustarle vestirse de payaso y hacer el tonto para que la gente se ría.

Quiere que la gente sea feliz aunque él no lo sea.

Pero le van a ir robando hasta esa pizca de ilusión.

Yo también acabaría hasta los huevos.

Yo también querría ver arder más de media ciudad.
Vivoleyendo
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