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Voto de Vivoleyendo:
8
Romance. Drama Durante unas vacaciones estivales, Felicia y Charles tienen un apasionado romance, pero debido a una confusión de direcciones pierden el contacto. Cinco años después, en Navidad, Felicia vive en París con su madre y con su hija nacida nueve meses después de aquel verano. En su vida sentimental, Felicia duda entre Maxence, un peluquero, y Loic, un joven librero intelectual, pero es incapaz de comprometerse con ninguno de ellos porque no ... [+]
9 de mayo de 2009
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando encuentras al amor de tu vida, tu alma tiene la certeza desde el instante en que sientes ese flash que, si se pudiera transcribir con palabras, diría: "Quiero estar con esta persona de aquí en adelante, hasta el fin de mis días. Quiero despertarme cada día junto a él/ella. Quiero que compartamos todo lo que sueño compartir con alguien. Quiero que nos tomemos de la mano y que caminemos juntos mientras tengamos aliento en los pulmones. Quiero que, si existe vida más allá de la muerte, nos encontremos al otro lado para seguir amándonos por toda la eternidad".
Todas esas cosas, y muchas más, las sientes en esa fracción de segundo providencial.
Cuando encuentras a tu gran amor, apuestas tu corazón entero a una sola carta, a una jugada tan alta que, si la jugada sale mal, te pasarás mucho tiempo, tal vez lo que te quede de vida, recogiendo los pedazos de tu corazón roto.
Ojalá el gran amor se pudiese retener para siempre, ojalá se pudiera preservar para que no se perdiese ni se estropease. Pero ni siquiera algo tan grande está a salvo de la fatalidad.
Puede pasarte que, si has sido tocado por ese don, no estés ya capacitado para amar a otra persona con la misma fuerza. Como si dentro de ti hubiese un trono vacío que sólo esté hecho a la medida exacta de ÉL o ELLA y que, una vez que lo ha dejado vacante, no puede ser ocupado por nadie más.
Así se siente Félicie tras su esplendoroso verano con Charles. El caprichoso destino o el voluble azar los unió para separarlos tontamente después (como suelen ocurrir los acontecimientos, por causa de torpezas humanas, malentendidos o sencillamente por las ironías de la juguetona suerte). El trono en el que Charles se sentó permanece dentro de ella. Como un pedestal sagrado al que ningún otro hombre tiene derecho ni las condiciones necesarias para poder poner en él los pies.
Como regalo y recuerdo vivo, está Elise, la hija que nació de aquella pasión.
Nadie puede llenar el hueco. Sus sucesivos amantes son sucedáneos, sombras, un ligero consuelo a su corazón solitario.
Nadie puede sustituir al padre de Elise.
Félicie no puede olvidar. En su interior, en lo más hondo, sabe que no puede hacer otra cosa más que esperar la reaparición de su amado...
Porque es mejor sostenerse con la esperanza, con el "¿y si aparece?", que conformarse con dejarse querer por alguien a quien no se le pueden dar más que migajas.
Rohmer es grande a su pequeña manera. En esa filmación corriente donde las personas y sus dilemas sentimentales y existenciales, sus acontecimientos ordinarios y sus vaivenes copan por completo la pantalla. La fotografía es un mero accesorio que abre las puertas hacia esos rostros, hacia esas almas, hacia esos pensamientos desgranados en diálogos que fluctúan entre lo humano y lo divino, entre lo terrenal y lo elevado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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