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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama. Comedia Franquismo, años cuarenta. En una compañía de cómicos de la legua medio emparentados entre sí, aunque no recuerdan con precisión cuál es su parentesco, surgen amores y desamores. Hay separaciones dolorosas y encuentros felices; el trabajo se entremezcla con el amor, los problemas económicos con los familiares, y el hambre con el sueño de alcanzar el triunfo. (FILMAFFINITY)
15 de marzo de 2009
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fernando Fernán-Gómez dedicó desde España su personal homenaje a la castigada vida del comediante, del cómico, del actor... De los que se dedican al noble arte de Talía.
Con una mirada terriblemente amarga, melancólica, nostálgica, tragicómica, tierna, cruda y poética, se postra con reverencia ante aquellos famélicos actores de comedias ambulantes que recorrían los caminos inclementes de la geografía nacional, para montar sus humildes representaciones ante un público curtido por la aspereza de aquella España dura y hambrienta de la posguerra. Un público que casi siempre era tan pobre como los propios cómicos, pero que pagaba las pocas monedas que le sobraban para que lo transportaran a un mundo aparte en el que apenas podía permitirse soñar. Y ese milagro se debía a un escenario cutre en cualquier tabernucha, a unos decorados mal pintados, y sobre todo a unos actores que se olvidaban de sus propias calamidades para hacer que a su vez aquellos lugareños olvidasen que pasaban hambre y penurias.
Sin puerto y sin casa a la que regresar, de pueblo en pueblo, llevando a cuestas poco más que a uno mismo y su memoria. Ignorando si van a comer ese día, si van a dormir en una cama acogedora o siquiera bajo techo. Planificando poco más que el día presente y, como muy tarde, unos días más, si es que al final las cosas no se tuercen, que es lo que suele ocurrir.
El farandulero nómada saca más jornadas de vacío que de provecho, acallando las quejas del bolsillo y del estómago.
Pero lo que lo termina de matar es el auge del cine.
La gente se obnubila con la revolución que ha venido provocando el invento de los Lumière, y vuelve la espalda a la que había sido una de sus escasas distracciones, cuya agonía ni siquiera se digna lamentar.
Esas compañías de teatro ambulantes, integradas generalmente por miembros de una misma familia y por algún amigo y amiga, iban de mal en peor. Habían conocido tiempos mejores, pero como todo lo que nace en este mundo, estaban destinadas a declinar cuando tocaron su tañido fúnebre. Y su final llegó en algunos de los momentos más duros para la nación.
Carlos Galván, entre las nieblas de su vieja memoria caprichosa, expone, con retazos de realidad y otros añadidos de su invención, su juventud en la compañía de su padre en aquella oscura época de hambrunas y carencias, y su madurez incierta como debutante en el cine. Sus lazos familiares, sus amores, los fracasos, lo que le hacía abrigar ilusiones. Y sus sueños de ser algo más que un artista degradado, derrotado y muerto de hambre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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