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Voto de Vivoleyendo:
7
Drama. Thriller. Romance Julián (Álex González) y su amigo Luis (Miguel Ángel Silvestre) son dos chicos de barrio que forman parte de una banda de violentos neonazis liderada por Solís (Javier Bardem). Julián frecuenta un gimnasio, donde, gracias a la disciplina del boxeo, a la nobleza de su entrenador (Carlos Bardem) y al amor de una joven mulata (Judith Diakhate), irá cambiando poco a poco de mentalidad. Entonces empieza a alejarse del grupo, pero Luis no ... [+]
14 de febrero de 2014
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada día, al volver a casa, Julián no se encuentra un apacible hogar. Su padre maltratador y su madre borracha discuten a gritos rato sí y rato también. Infeliz y desorientado, se dejó arrastrar por una pandilla de neonazis liderados por un abogado con pico de oro que no se mancha sus impolutas manos de despacho, enviando a sus borregos a hacer el trabajo sucio de limpiar las calles de "escoria inmigrante".
Pero Julián ahora oye una vocecita, eso que debe de ser la conciencia, que se revuelve inquieta. No consigue acallarla. Las palizas nocturnas a anónimos desgraciados ya no le satisfacen. No siente el poder de la adrenalina, sino el peso de la culpa. En algún escalón del siniestro camino descubrió que en la oscuridad de la noche todas las personas parecen del mismo color. Y pronto advirtió, aunque aún no fuese consciente de ello, que ya había dejado de pensar en las pobres víctimas como gentuza, simplemente eran gente que respiraba y sentía. Como él.
Incómodo, sin saber bien qué hacer, busca una alternativa, una salida a esa situación, navegando entre dos aguas inciertas. Se mete en un gimnasio donde se entrena a chicos prometedores para el boxeo. Le gusta. El deporte tiene nobleza, una disciplina sana y no discrimina razas ni colores, sus reglas no admiten el juego sucio ni la falta de respeto (entre otras razones por eso detesto el fútbol, porque hay mucho juego sucio y unas faltas de respeto flagrantes, no sólo en el mismo mundillo, sino entre sus fanáticos seguidores, muchos de ellos hooligans). El entrenador admite a Julián, convenciendo a su reacio ayudante, un ex-boxeador, para que eche un cable al muchacho. Le ponen un nombre de guerra, "Alacrán".
En el ring el color de sus contrincantes no importa, son colegas de profesión. Julián aprende a canalizar su lado tenebroso y a desarrollar habilidades que antes estaban latentes. El odio de su vida anterior comienza a disminuir, su frustración de no tener ningún sitio al que pueda llamar verdaderamente casa lentamente se va transformando en esperanza. Porque además conoce a una chica, Alyssa. Negra, de familia inmigrante. Siglos atrás ella podría haber sido una víctima más de sus palizas callejeras.
Para el nuevo Julián, Alyssa es una mujer con la que puede tener una oportunidad que no había tenido nunca: ser feliz. Pero no será pan comido dejar atrás el pasado y hacer cuenta nueva.
Los tatuajes no son fáciles de borrar.
Muy visto ya. Encima está el típico lastre de muchas películas españolas, en los que la mitad de los diálogos no se entienden, bien sea porque los micrófonos no están bien colocados o, y me inclino más bien a lo segundo, porque la mayoría de los actores necesitan unas cuantas lecciones de dicción actoral. Y a ver si se coscan de que no es lo mismo estar en la calle entre coleguitas con los que te entiendes por la fuerza de la costumbre, que estar en el rodaje de una película, donde sí importa cómo hables, porque va a haber miles o millones de espectadores que se tienen que enterar de lo que dices. Porque ya que pagan por verla, y encima ha habido subvenciones de dinero público, lo mínimo es que las conversaciones se escuchen con nitidez.
Quitando las pegas típicas que suele arrostrar nuestro cine, este drama de lucha contra los prejuicios raciales es potable. Seguramente mucho más que otros productos subvencionados de a euro el kilo.
Vivoleyendo
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