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Voto de Vivoleyendo:
8
Intriga Debido a un malentendido, a Roger O. Thornhill, un ejecutivo del mundo de la publicidad, unos espías lo confunden con un agente del gobierno llamado George Kaplan. Secuestrado por tres individuos y llevado a una mansión en la que es interrogado, consigue huir antes de que lo maten. Pero cuando al día siguiente regresa a la casa acompañado de la policía, le espera una sorpresa. (FILMAFFINITY)
4 de febrero de 2009
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mejores thrillers de intriga, espías y persecuciones que podamos tener el honor de ver fue materializado por el rey del suspense, Alfred Hitchcock. Un peliculón de los que se merecen un puesto privilegiado en las videotecas.
Indiscutiblemente, “Con la muerte en los talones” marcó un referente en el género destinado a hacer saltar al espectador de pura tensión en el asiento y pasárselo en grande. Lo reúne casi todo: los momentos dramáticos se atemperan con un humor inteligente y elegante, encarnado a la perfección por un Cary Grant en uno de los papeles de su vida; la intriga se mantiene y se va resolviendo a ritmo endiablado; la fotografía es intrépida y derrocha planos atrevidos, sin dejar respiro; todos los actores realizan un trabajo admirable; el guión está todo lo enredado que cabe esperar en un film de espionaje, secretos y retorcidas maniobras; la banda sonora se hace escuchar casi sin pausa, contribuyendo a que los riñones segreguen unas gotas más de adrenalina; y el sinfín de escenas dignas de recuerdo estimulan la fascinación. El espectador puede apagar sin esfuerzo las alertas mentales que tratan de ponerle los pies en la tierra. Y puede zambullirse, sin pensar demasiado, en el peligroso maremágnum que atrapa al protagonista y que lo mete de cabeza en una arriesgada y compleja aventura. Una fatal confusión de identidades ante la cual tendrá que demostrar su habilidad para discurrir deprisa, escabullirse de las encerronas y, más que nada, para conservar intacto su pellejo… O morir en el intento. Un reto formidable que parece hecho a la medida para Roger Thornhill, un empresario de publicidad cuyas mayores proezas hasta la fecha han consistido en ser un ciudadano medio neoyorquino de lengua afilada, positivismo imperturbable y de agitada vida sentimental.
Si uno alguna vez se ve envuelto por error en una trama de espionajes y crimen donde el propio pescuezo tenga precio, más le valdría poseer el temple y la jocosa frescura de Roger Thornhill.
A ningún otro le sentaría tan bien ese traje, ni sabría llevarlo con ese porte gallardo incluso arrojándose entre el polvo de maizales secos y escalando por paredes vertiginosas.
Vivoleyendo
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