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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Los Ángeles, 1962, Crisis de los misiles cubanos. George Falconer (Colin Firth), un maduro profesor universitario británico y homosexual, lucha por encontrarle sentido a la vida tras la muerte de Jim (Matthew Goode), su compañero sentimental. Encuentra consuelo junto a su íntima amiga Charley (J. Moore), que también está llena de dudas sobre el futuro. Kenny (Nicholas Hoult), un estudiante que se esfuerza por aceptar su auténtica ... [+]
3 de agosto de 2010
52 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuánto cuesta levantarse cuando él ya se ha ido. Cómo duele abrir los ojos y alargar la mano hacia su lado de la cama para tocar el aire. Qué esfuerzo hay que hacer para alzarse y recibir el día. Vestirse, desayunar sin ganas, ir al trabajo e impartir clases a un grupo de universitarios que con casi absoluta seguridad no piensan más que en su salida del fin de semana, en ligar, en aspirar a un trabajo fijo, en casarse, en “criar niños bebedores de Coca-Cola que en cuanto aprendan a hablar cantarán las canciones de los anuncios y destrozarán cosas a martillazos.” Y al salirse un poco del programa para su lección y dar una breve charla sobre el miedo, que es lo que origina la discriminación de las minorías, convencido de que nadie lo escucha realmente, un alumno bebe cada una de sus palabras.
Terminada la clase, se marcha acompañado de un colega obsesionado con la hecatombe nuclear que tan inminente se anuncia en plena Guerra Fría y la crisis de los misiles de Cuba.
Ya lo ha calculado todo. Comprará balas para el revólver que guarda en un cajón. Dejará todos sus papeles y documentos importantes, junto con un traje, encima de una mesa con instrucciones, para que Alva, la servicial asistenta, los encuentre a la mañana siguiente. Pondrá todos sus asuntos en orden. Se portará con la normalidad de costumbre, para que los vecinos no sospechen, y para que Charlotte, su amiga de toda la vida, no note nada raro.
Este día en que George echa de menos a Jim con todo el dolor de un golpe asestado en el cráneo, pese a ser el último día, o quizás por ser el último, tiene una pátina hermosa. El profesor maduro y bruscamente arrojado a la soledad admira y elogia en alta voz la belleza de un peinado, de unos ojos y de unos labios; se deleita en un rostro perfecto; escucha decir a un joven y guapo desconocido que hasta lo más horrible puede tener matices bonitos, como los colores del cielo de Los Ángeles, abrumado de contaminación.
Mantiene una conversación estimulante con aquel alumno que bebía cada una de sus palabras en su clase de hoy, quien busca amistad y seguramente algo más con el melancólico profesor.
George lleva su inmensa pena grabada en las líneas cansadas de su faz, en la piel que cede a más cosas que la edad. Los dieciséis años con Jim se le caen ahora encima recordándole lo solitario que es el mundo sin su amor.
Pero ya nada importa. Ya no hay que preocuparse. Todo va a terminar y George está dispuesto. Se está despidiendo a su manera. Y qué más da ya, volver a fumar (Jim odiaba el tabaco), beberse unas cervezas o un whisky mezclado con las pastillas que le recetaron para su delicado corazón, quedar con Charly… Y dejar que lo que queda del día y de la noche fluya a su ritmo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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