Bueno, no sólo como la reina de la comedia. Con los años, nos demostró ser una de las mejores actrices de todos los tiempos, al hacer brillar cualquier registro que tocara.
Ella es la estrella indiscutible de esta delirante comedia, que no para de ofrecernos un gag tras otro que, como mínimo, nos hace soltar carcajada tras carcajada.
Ver al sufrido y apocado Cary Grant, literalmente "devorado" por Katharine, la cual se busca, sin ningún asomo de sutileza ni de vergüenza, todas las triquiñuelas y los embrollos posibles e imposibles para seducirlo, nos regala algunos de los momentos más divertidos que se puedan presenciar en cualquier película. Las payasadas de ella, los ágiles y alocados diálogos, las meteduras de pata, las situaciones ridículas y bochornosas... Incluyendo el protagonismo de mascotas tan peculiares como un leopardo al que le gusta que le canten... En fin, una comedia ideada para las grandes cualidades y la refrescante naturalidad de Katharine Hepburn.