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Voto de Vivoleyendo:
7
13 de enero de 2009
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lean llevó a cabo las adaptaciones de dos obras de uno de los escritores más universales del mundo. Profusamente ensalzado en la pantalla, Charles Dickens aportó un legado literario que continúa en boga y que no cesa de ser ampliamente extendido y conocido en todas partes. Y mucha de esa difusión en la actualidad se la debe al cine.
“Grandes esperanzas” es una de sus novelas más famosas, en la que se cristaliza ese espíritu dickensiano que los lectores (y no tan lectores) de cualquier época podemos reconocer. Y también un libro muchas veces llevado al celuloide.
Dickens era un retratista de la pobreza en la Inglaterra industrial. Puede que nadie plasmara con tanta amarga crítica y sordidez las enormes diferencias sociales y las injusticias que atacaban sin piedad a quienes tenían la mala suerte de nacer en el cieno. La observadora mirada del escritor dirigía sus dardos con penetrante puntería hacia las clases acomodadas, tan regaladas de su posición y de sus privilegios; hacia las clases humildes, despreciadas por los que se llamaban a sí mismos poderosos y dignos, explotadas y arrastradas hacia la esclavitud de un progreso despiadado que medraba a costa de pobres desgraciados, abandonados a una perra suerte y condenados a malvivir como ratas en una ratonera; hacia un sistema cruel que no contribuía en absoluto a paliar las enormes diferencias, y que incluso abría aún más la brecha infranqueable.
En “Grandes esperanzas”, Dickens exploró esa brecha que separaba a los ricos de los pobres, a los señores elegantes de los sencillos hijos del pueblo llano, envolviendo su idea central en una trama dotada de desangelado patetismo, de cierto toque de grotesco realismo con el que tanto simpatizaba, pero también con brochazos de intriga y de halo romántico. Y David Lean hizo una versión cinematográfica que tiende a resaltar el componente romántico y casi fantasmagórico.
El planteamiento central es el de un niño huérfano y pobre, cuyo horizonte no pasa de llegar a convertirse en herrero.
Pip crece bajo la tutela de una hermana ruda y avinagrada y de un cuñado dulce y comprensivo. Tiempo después de su encuentro con un proverbial desconocido en el cementerio, un acontecimiento da un giro a su rutina. Una señora, que posee una propiedad y riquezas, lo invita a su casa y, a partir del instante en que el chico cruza la verja de la misteriosa y decrépita mansión, se abre para él un anhelo que antes ignoraba. Desea salir de la pobreza y convertirse en un caballero, porque en la mansión habita una criatura bella como él no ha visto ninguna, una chica desdeñosa con él y de la que el pobre Pip se enamora.
“Grandes esperanzas” es una de sus novelas más famosas, en la que se cristaliza ese espíritu dickensiano que los lectores (y no tan lectores) de cualquier época podemos reconocer. Y también un libro muchas veces llevado al celuloide.
Dickens era un retratista de la pobreza en la Inglaterra industrial. Puede que nadie plasmara con tanta amarga crítica y sordidez las enormes diferencias sociales y las injusticias que atacaban sin piedad a quienes tenían la mala suerte de nacer en el cieno. La observadora mirada del escritor dirigía sus dardos con penetrante puntería hacia las clases acomodadas, tan regaladas de su posición y de sus privilegios; hacia las clases humildes, despreciadas por los que se llamaban a sí mismos poderosos y dignos, explotadas y arrastradas hacia la esclavitud de un progreso despiadado que medraba a costa de pobres desgraciados, abandonados a una perra suerte y condenados a malvivir como ratas en una ratonera; hacia un sistema cruel que no contribuía en absoluto a paliar las enormes diferencias, y que incluso abría aún más la brecha infranqueable.
En “Grandes esperanzas”, Dickens exploró esa brecha que separaba a los ricos de los pobres, a los señores elegantes de los sencillos hijos del pueblo llano, envolviendo su idea central en una trama dotada de desangelado patetismo, de cierto toque de grotesco realismo con el que tanto simpatizaba, pero también con brochazos de intriga y de halo romántico. Y David Lean hizo una versión cinematográfica que tiende a resaltar el componente romántico y casi fantasmagórico.
El planteamiento central es el de un niño huérfano y pobre, cuyo horizonte no pasa de llegar a convertirse en herrero.
Pip crece bajo la tutela de una hermana ruda y avinagrada y de un cuñado dulce y comprensivo. Tiempo después de su encuentro con un proverbial desconocido en el cementerio, un acontecimiento da un giro a su rutina. Una señora, que posee una propiedad y riquezas, lo invita a su casa y, a partir del instante en que el chico cruza la verja de la misteriosa y decrépita mansión, se abre para él un anhelo que antes ignoraba. Desea salir de la pobreza y convertirse en un caballero, porque en la mansión habita una criatura bella como él no ha visto ninguna, una chica desdeñosa con él y de la que el pobre Pip se enamora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ella es la joven protegida de la dueña de la casa, la cual es una mujer que vive encerrada en la oscuridad, en su rencor y en su despecho debido a una gran decepción amorosa. La dama se muestra amable con Pip y lo invita a regresar a menudo y a jugar con Estella, la preciosa chica desdeñosa.
Pip no sabe aún que está siendo objeto del juego de la amargada mujer… Y cae en la trampa. Perdidamente enamorado de Estella, se siente atrapado en su condición, que la chica tanto infravalora… Y la respuesta a sus plegarias se le concede cuando un benefactor anónimo decide erigirse en su mecenas. Ahora él podrá aspirar a ser un caballero y así elevarse a los ojos de la altiva Estella…
Un clásico de la literatura recreado en una película que capta el espíritu de Dickens con toda su carga de denuncia hacia las miserias, injusticias, desigualdades y lacras que arrastra la especie humana.
Pip no sabe aún que está siendo objeto del juego de la amargada mujer… Y cae en la trampa. Perdidamente enamorado de Estella, se siente atrapado en su condición, que la chica tanto infravalora… Y la respuesta a sus plegarias se le concede cuando un benefactor anónimo decide erigirse en su mecenas. Ahora él podrá aspirar a ser un caballero y así elevarse a los ojos de la altiva Estella…
Un clásico de la literatura recreado en una película que capta el espíritu de Dickens con toda su carga de denuncia hacia las miserias, injusticias, desigualdades y lacras que arrastra la especie humana.