El mejor consejo que puedo darles es el siguiente: dejen que sus sensaciones, más que su lógica, les guíen sobre lo que ocurre ante sus ojos. Aunque nuestra mente analítica siempre tiende a buscar respuestas, a tratar de unir cabos que tal vez no se puedan unir, hagamos lo que hagamos todo lo que hallemos es improbable, y nuestra capacidad de razonamiento se esfuerza al máximo ante este gran desafío.
No es mucho lo que he visto de David Lynch a lo largo de mi vida, pero con esta película, si he llegado a alguna conclusión, es la de que hay que dejarse llevar por la intuición y dejar de lado cualquier certeza. Nuestro subconsciente conectará con esta extraña historia mucho mejor de lo que lo haga nuestra parte consciente.
Contemplen, escuchen, déjense envolver como en un sueño.
Uno de los más grandes misterios del universo probablemente lo constituya el cerebro humano. Es tan ínfima la porción de cerebro que empleamos conscientemente, que en comparación casi todo el resto permanece inexplorado e insondable, como todas esas profundidades abisales que nunca llegarán a conocerse en su totalidad. O es como observar el cielo nocturno, que es tan sólo un fragmento infinitesimal de un universo tan vasto que ni siquiera podemos concebirlo.
David Lynch, según creo yo, nos transmite el confuso mensaje de que nuestro pecado de arrogancia al creernos tan omnipotentes, tan sabios y dueños de todo, nos conduce a la ceguera, a olvidar que somos seres que primigeniamente estuvieron hechos de instinto, de impulsos, de todo lo más primario de la naturaleza. Tantas eras y generaciones transcurridas nos han hecho caer en la engañosa ilusión de creer que podemos controlarnos infaliblemente a nosotros mismos, a los demás, a nuestro entorno. Nos hemos olvidado de nuestros orígenes y a menudo ignoramos nuestras propias profundidades abisales.
Estamos empeñados en querer saberlo todo, cuando ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos.
Todas las noches soñamos. Nos sumergimos en un mundo onírico que conecta con nuestros impulsos más primitivos, con nuestros deseos más hondos, nuestros mayores temores... En los sueños no hay lógica ni continuidad, ni siquiera hay respuestas. Si quieren que les diga la verdad, todos esos libros que tratan tan dogmáticamente y pedantemente sobre la "interpretación de los sueños" me parecen auténticas patrañas. ¿Cómo se puede interpretar algo que es único y exclusivo de cada ser, que está unido a lo más íntimo y desconocido de cada uno? ¿Cómo se puede tener la cara dura o la ingenuidad de pretender ser una autoridad en la "interpretación de los sueños"? Nadie tiene la palabra definitiva. Ni siquiera cada cual la tiene sobre sí mismo.
Por ello, para mí esta película es como explorar el universo onírico, el mundo del subconsciente. Hay imágenes, sonidos, sensaciones. Cuando soñamos vemos, oímos y sentimos. Pero no hay explicación. El espíritu no se puede explicar.
Sigo en el spoiler. Advierto que revelo detalles.