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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Acusado del asesinato de su mujer, Andrew Dufresne (Tim Robbins), tras ser condenado a cadena perpetua, es enviado a la cárcel de Shawshank. Con el paso de los años conseguirá ganarse la confianza del director del centro y el respeto de sus compañeros de prisión, especialmente de Red (Morgan Freeman), el jefe de la mafia de los sobornos. (FILMAFFINITY)
26 de diciembre de 2009
14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las grutas subterráneas son excavadas y labradas a base de paciencia. El agua, cargada de sustancias minerales, realiza durante siglos y milenios una labor infinitesimal y titánica, trasladando y asentando partícula tras partícula. Es un trabajo tan increíblemente lento, que se precisan numerosas eras para apreciar cómo el agua transforma los paisajes de las profundidades. Gota a gota, va horadando el terreno, instaurando su imperio de erosión y creación, hasta constituir espacios y formas de rara belleza natural. Una sola estalactita es la consecuencia del líquido elemento fluyendo durante millones de años por el mismo lugar. Una gruta entera es un milagro por sí misma, aunque sea algo de lo más corriente en la Naturaleza. Para nuestras mentes aficionadas a buscar significados místicos y divinos, adquiere las dimensiones de una especie de morada de dioses.
Y todo por la acción constante de la sustancia más abundante del planeta. Nada más vulgar y, sin embargo, prodigioso.
La paciencia es una virtud hacia la que los humanos no solemos tener especial inclinación. Hay pueblos y culturas que han sabido cultivarla y conservarla desde la antigüedad, erigiéndola en su principal rasgo personal y social. El arte de saber esperar, de aguardar sin contar minutos ni horas, sin mostrar signos de desesperación o inquietud, simplemente porque se está convencido de que lo que tenga que ser, será, resultando inútil meterle prisa al tiempo y a las circunstancias... Esa resignación vital a aceptar lo que ha de venir, sin que tengamos gran poder para modificarlo. Por ello, gastar energías en impacientarse es un derroche inútil, sin hablar ya de la tremenda descortesía y falta de autodisciplina que delata.
Para algunos pueblos, mostrar impaciencia es algo tan grave como para nosotros lo sería ir desnudos por la calle.
Pero gran parte de nosotros no hemos asimilado esa virtud. Nos parece que la vida es demasiado corta para estar esperando siempre, nos parece que aguardar es perder el tiempo. Nos pasamos muchos intervalos esperando cosas, mas solemos llevarlo mal. Queremos que el desenlace llegue pronto, y no prestamos atención al "mientras tanto".
Somos analfabetos del tiempo.
Pero había un hombre, Andy Dufresne, que memorizó bien el lenguaje de Cronos. Lo hizo suyo, memorizó sus segundos, sus minutos, sus horas, sus días y sus años, y supo permanecer en una aparente latencia, sólo aparente, porque era lo que pretendía que los demás vieran, cuando bajo las narices de sus carceleros él se había ido camelando a Cronos, al menos en la medida en que un humano puede hacerlo.
Era como esas gotas de agua horadando el suelo, despacio, sin prisa, sin que un gesto precipitado malograse el inmenso esfuerzo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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