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Voto de travis braddock:
6
Comedia. Western Albert, un granjero cobarde, se echa atrás en un duelo pistolero, motivo por el cual su novia decide abandonarlo por otro hombre. Sin embargo, un día llega a la ciudad una hermosa mujer de quien se enamora y que lo ayudará a descubrir su coraje, valentía que será puesta a prueba puesto que esta mujer arrastra un marido prófugo que reclama venganza. (FILMAFFINITY)
16 de julio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seth MacFarlane es un nombre que por si solo no ha sido muy conocido hasta hace relativamente poco, especialmente fuera de los Estados Unidos. Ese hombre se encuentra detrás de series de animación que han seguido la senda de incorrección política que iniciara “Los Simpson” y ha sido creador de productos como “Padre de familia”, “Padre made in USA” y “El show de Cleveland”, en los que también ha puesto voces a varios de los personajes. Hace un par de años quiso dar el salto al cine y dirigió “Ted”, una película protagonizada por Mark Wahlberg y un oso de peluche llamado Ted, que tenía la capacidad de moverse y hablar y se integraba en la sociedad como uno más. El propio Ted tenía la voz en versión original de MacFarlane, que dotó al personaje del vocabulario sin demasiadas contemplaciones y de las referencias pop que han dado el éxito a sus series.

“Ted” fue todo un éxito, especialmente en su país de origen y MacFarlane decidió salir de las bambalinas donde había estado, parapetado tras sus personajes, para dar la cara y tratar de hacer humor en primera persona. Así fue como el año pasado fue elegido como presentador de la gala de los Oscar, un regalo que puede estar envenenado por el alto nivel de críticas que suelen recibir la mayoría de sus conductores a menos que decidan hacer sangre sobre el mundo de Hollywood, como bien supo ver Ricky Gervais cuando fue presentador de los Globos de Oro. MacFarlane sabía que manteniendo un exceso de corrección, dados sus antecedentes, estaba muerto, así que optó por hacer un número musical en el que se hacía referencia a actrices y películas en las que habían enseñado el pecho, con especial relevancia para todas las películas en las que lo había hecho Kate Winslet y con reacciones pregrabadas para realzar el tono del gag.

Ahora, McFarlane ha dirigido su segundo largometraje, para el que también se ha colocado como protagonista y con el que pretende ironizar sobre los tópicos del cine del Oeste, el género americano por excelencia, en un tono paródico que recuerda a Mel Brooks (“Sillas de montar calientes”) y al cine de Jerry Zucker, David Zucker y Jim Abrahams, directores de películas como “Aterriza como puedas” o “Top secret”. Por ahí se mueve “Mil maneras de morder el polvo”.

La película empieza como una del Oeste que hemos visto tantas veces, con paisajes de Monument Valley (nada de simulaciones en Almería para abaratar costes), música y títulos de crédito que simulan a los de los clásicos. Nos ubicamos en un pueblo de Arizona en 1882 y vemos las calles polvorientas y la gente expectante ante la proximidad de un duelo entre dos pistoleros, hasta que descubrimos que uno de ellos es el ovejero que encarna McFarlane y el humor hace acto de presencia. Lo que veremos durante las casi dos horas siguientes será una sucesión de chistes y gags, algunos más felices y otros más cutres, con gran presencia de un humor escatológico de caca-culo-pedo-pis, que a veces hace gracia y a veces empalaga (resulta curioso la fascinación que hay en el humor americano por los chistes con laxantes de por medio, ya vistos en multitud de películas).

Lo más acertado de la película es el sentido paródico que se le dan a los tópicos del western (el héroe a su pesar, el pistolero malo, la chica dura, los duelos en la calle principal, las peleas en el salón o las prostitutas de buen corazón) y a una forma de vida que en el cine siempre ha sido mostrada como un universo de tipos duros en el que la muerte siempre acechaba a la vuelta de la esquina y donde nunca se sonreía en las fotos. MacFarlane es el primero en tomarse muy poco en serio lo que está contando y su personaje parece trasplantado de nuestro tiempo, criticando e ironizando todo lo salvaje que había en el Lejano Oeste.

Entre lo bueno de la película hay que destacar la labor de su reparto, con una buena química entre McFarlane y una Charlize Theron que muestra una vez más que en el territorio gamberro es donde más a gusto se siente (si no la han visto, no se pierdan “Young Adult”, donde para mí hace la mejor interpretación de su carrera, en un registro más dramático que aquí). Tampoco me quiero olvidar de Giovanni Ribisi y Sarah Silverman, que interpretan a una curiosa pareja que no va a practicar sexo hasta estar casados, pero que eso no quita para que ella ejerza la prostitución y haga de todo con otros hombres en el saloon mientras él la espera en la planta de abajo con un ramo de flores. Liam Neeson, que últimamente se apunta a un bombardeo, cumple como el malo de la función tirando de carisma.

“Mil maneras de morder el polvo” es una película que gustará especialmente a los que se rían con el humor zafio, con guiños a “Regreso al futuro” y “Django desencadenado” y que deja el regusto de ser un sketch alargado del programa “Saturday Night Live”. Para pasar un rato divertido y poco más.
travis braddock
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