La filmografía nórdica ya tiene un lenguaje propio, y el que han elegido es el apropiado para que puedan fundirse exitosamente el entretenimiento puro y el trasfondo sociológico incisivo, ambos tratados con esa amable discreción que transmite el carácter despegado de los habitantes de países fríos. Yo lo celebro.
Y en esos parámetros se desarrolla esta entretenida película de búsquedas y de rebelión, de egos y pasiones propias o impuestas, de enfrentamiento ante lo injusto que se nos plantea como inevitable, que a pesar de su extensión -toda película de casi tres horas de duración tiene un handicap antes de estrenarse- no permite perder el interés, pues la consecución de grandes pequeños acontecimientos no se interrumpe ni siquiera con el cambio de ritmo que impone el argumento, y que gira en torno al sufrimiento que provoca la lucha por conocerse, siendo esta contienda el modo de vida ineludible ante las contradicciones que se van despertando en los personajes.
Déjense arrastrar por la melancolía y disfruten.