Dentro e la irregular cuarta temporada de Black Mirror, admito tenerle debilidad a "Black Museum". Recuerda, por momentos, a la estética de "Historias para no dormir", además de ser un repaso y guiño a muchas de las cosas que hemos ido viendo en el show durante los últimos tiempos.

La dinámica actoral que crean Dpuglas Hodge y Letitia Wright (atentos a su acento) sirve de hilo conductor para pequeños relatos que reflejan los riesgos de la tecnología. Probablemente, sea uno de esos casos donde el todo sea superior a la simple suma de las partes, puesto que no todas las historias tienen el mismo punch, si bien sí que deja una agradable sensación de final de temporada.

El primer compás nos lleva por una reflexión sobre el masoquismo y la búsqueda extrema del placer; el segundo de la difícil convivencia en pareja y el egoísmo; el tercer resulta la prolongación artificial del dolor con motivos de espectáculo.

Pese a la individualidad deja un tono coral con conclusión final...