Aparentemente, "Cachitos picantes" tiene todos los ingredientes para ser una desternillante comedia de humor negro. Un espectacular repato donde figuran estrellas de la talla de Woody Allen o Sharon Stone, aderezadas con un David Schwimmer que estaba en el tope de su popularidad por la espectacular Friends y María Grazia Cucinotta, una de las bellezas italianas más espectaculares de los tiempos más recientes para la gran pantalla.

Ambientada en la siempre difícil frontera, "Cachitos picantes" toca temas controvertidos como las beatificaciones de la Iglesia, las infidelidades, el desenfreno, la ineptitud de las fuerzas de orden... Pero le manca fineza a una historia donde incluso un pilar indiscutible como Woody Allen se muestra perdido.

Nada podría ser más divertido e inteligente que diseccionar y poner en tela de juicio muchos tejemanejes de las religiones oficiales, algo así como unos "Jueves milagro" sin barreras censoras. No obstante, la crítica es tosca, superficial y convence tan poco como las dudas del personaje interpretado por Schwimmer (que es un magnífico actor para la comedia que aquí anda perdido), mientras que Cucinotta interpreta a una sensual pero desaprovechada María Magdalena.

En cuanto a la infidelidad, el atroz crimen que marca el inicio de la trama y sus derivados, es un tema tan fuerte que casi es anticlimático y genera poca empatía con la situación de su hacedor. Alfonso Arau ha tenido una idea potente pero se le ha escabullido por las fronteras del mal gusto, terminando por engullirse en una poco inspirada cinta que pudo haber sido muy interesante.

Quedan recoger las piezas del puzzle caído en el suelo sin orden ni concierto...