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Voto de El Libanés:
8
7,4
17.768
16 de marzo de 2012
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por un momento, aunque sea complicado, olvidemos nuestra condición, ya sea de agnósticos, judíos, musulmanes, católicos, ateos... Efectivamente, la temática de este remake es una versión cinematográfica del éxodo del pueblo hebro de Egipto, obra de Cecil B. Demille, quien no era especialmente neutral a la hora de abordar este proyecto.
No obstante, a nivel meramente técnico, estamos ante una súper-producción impresionante para su época, cuesta pensar en los ingeniosos métodos que tenían los estudios antes de que la era digital compareciera. Asimismo, el reparto es un verdadero Dream Team, donde Charlton Heston, presta todo su físico para resultar creíble como el príncipe que termina convirtiéndose en esclavo para después desafiar a un imperio (efectivamente, Gladiator existe por algo).
A pesar de su larga duración, de otro tiempo, "Los diez mandamientos" está muy bien contada y tiene algunas escenas para el recuerdo, en especial la presentación del personaje de Edward G.Robinson, el capataz colaboracionista con los dominadores designios del faraón. La capacidad de Robinson y la música definen su carácter en menos de un segundo, sin gastar una sola palabra. Una verdadera gozada y economía de imagen.
Yul Brynner, Anne Baxter y un amplio etcétera, componen una red de personajes inolvidables, mientras DeMille y su estudio ponen toda la carne en el asador para una epopeya de separación de aguas que sobrecoge. Aún hoy sigue siendo cita ineludible de las televisiones durante la Semana Santa, casi por decreto.
Sin entrar en connotación religiosa de ningún tipo, estamos ante una magnífica pieza dentro del género, que en su época fue una verdadera revelación.
No obstante, a nivel meramente técnico, estamos ante una súper-producción impresionante para su época, cuesta pensar en los ingeniosos métodos que tenían los estudios antes de que la era digital compareciera. Asimismo, el reparto es un verdadero Dream Team, donde Charlton Heston, presta todo su físico para resultar creíble como el príncipe que termina convirtiéndose en esclavo para después desafiar a un imperio (efectivamente, Gladiator existe por algo).
A pesar de su larga duración, de otro tiempo, "Los diez mandamientos" está muy bien contada y tiene algunas escenas para el recuerdo, en especial la presentación del personaje de Edward G.Robinson, el capataz colaboracionista con los dominadores designios del faraón. La capacidad de Robinson y la música definen su carácter en menos de un segundo, sin gastar una sola palabra. Una verdadera gozada y economía de imagen.
Yul Brynner, Anne Baxter y un amplio etcétera, componen una red de personajes inolvidables, mientras DeMille y su estudio ponen toda la carne en el asador para una epopeya de separación de aguas que sobrecoge. Aún hoy sigue siendo cita ineludible de las televisiones durante la Semana Santa, casi por decreto.
Sin entrar en connotación religiosa de ningún tipo, estamos ante una magnífica pieza dentro del género, que en su época fue una verdadera revelación.