Cuando una idea muy interesante de Quentin Tarantino cae en manos de Oliver Stone, más de uno debió de preparar el babero. Sin embargo, "Natural Born Killers" es un ritual extraño, una obra que no pone de acuerdo ni a público ni a crítica. Desde luego, no creo que los problemas estén en Woody Harrelson y Juliette Lewis, están soberbios, sobrecogedoramente aterradores.

El problema de esta denuncia de Oliver Stone a todo un entramado que bien puede existir en un mundo tan violento, es que hay una orgía tal de destrucción que uno llega a pensar si incluso él, un tipo inteligente, no ha caído al final rendido en una especie de síndrome de Estocolmo.

Con movimientos de cámara extraños y estética ora de videoclip, ora de video-juego, pasando por instantes donde pensamos que nos han dado algo que se han fumado los protagonistas, "Asesinos Natos" pasa por una gran irregularidad y, aunque a veces caricaturizados, Robert Downey Junior y Tommy Lee Jones son de agradecer para interrumpir el monólogo de la pareja protagonista.

Con un punto de partida muy interesante, el espejo de lo grotesca deforma la que hubiera podido ser una excelente película.