Con mucho sentido del personaje original de las viñetas y un descaro que solamente puede despertar simpatía, Drew Goddar nos lleva sin miedo a través de las azoteas de la Cocina del Infierno para sumergirnos en el mundo de Matt Murdock (excelente Charlie Cox). Todo parece funcionar en un programa que logra combinar aspectos típicos de las series policiales (mafia rusa, contrabando...) con el más puro estilo de héroe callejero made in Marvel.

La primera temporada traza a los protagonistas y secundarios (sobresalientes Ben Urich y la maravillosa enfermera interpretada por Rosario Dawson), con un ambiente tan realista que uno está a dispuesto a aceptar que míster Murdock haya adquirido esos fantásticos poderes. Elden Henson y Deborah Ann Woll le acompañan en el camino como Foggy Nelson y Karen Page, componiendo un triángulo fundamental para dar estabilidad a un héroe atormentado.

Asimismo, en el lado de los villanos emerge la colosal figura de Wilson Fisk antes que el propio Kinping. Un líder mafioso atípico y que desprende carisma y, si la ocasión se tercia en una galería de arte, sensibilidad. Wilson es el mal con matices y los flashbacks de sus orígenes tienen tintes de cine negro clásico.

Tras esa brillante primera temporada, la segunda es netamente superheroica. Irrumpen Frank Castle y Elektra, para arrasarlo todo con su carisma. Una continuación donde la atmósfera se imbuye de la estética de Frank Miller y su gusto por los ninjas para narrar aventuras adictivas aunque muy alejadas del tono verosímil de los capítulos iniciales.

Con todo, será imposible que no sigamos viéndola y ansiemos esa tercera entrega. La mera posibilidad de ver algo de Born Again en la pantalla pequeña se antoja irresistible.