Una película británica que tiene un grave defecto, en todo nos da la sensación de que nos encontramos ante algo artificial, prefabricado, quizás en un contecto donde las salas se estaban saturando excesivamente el mundo de la magia. Además, tuvo la desgracia de convivir con dos películas de temática parecida pero bastante superiores en interés, el inquietante "Truco final" y "El Ilusionista".

Uno de los posibles atractivos que podía haber reforzado la trama, hubiera sido la química de Catherine Zeta-Jones con Guy Pearce, pero está brilla por su ausencia. Las posibilidades de explotar el deseo del célebre escapista de contactar con su madre hubiera podido y debido darnos momentos más inquietantes.

Destacar, eso sí, como ha hecho alguna crítica precedente con acierto, a Timothy Spall en una espléndida actuación que se eleva sobre el resto del conjunto. "El último gran mago" además, a mi muy modesto juicio, no es un título honesto con el espectador, no llega a ofrecernos lo que promete y enfoca la leyenda desde el punto de vista cotidiano, no tendríamos nada que objetar a eso, salvo que queda por muchos momentos bien vestida pero sosa.

Tiene el defecto de no perdurar en la memoria y eso, en una cinta sobre un mito, nunca ha sido buena señal.