King Vidor, reputado director de estudio, se embarca de manera personal en una película que sitúa en los años de la Gran Depresión, y a la que dota de un discurso en favor de la colectivización, y que fue directamente calificado por muchos periódicos como "rojo".

Además ese espíritu de la historia, lo lleva también a la forma de trabajo del equipo que realizó el film, al tono libertario e idealista que subyace en todo momento, y a la espontaneidad interpretativa de un elenco actoral sin apenas experiencia en la gran pantalla. Todo ello da una película fresca, diferente, que parece más propia de Ken Loach, que del Hollywood de los años 30.

También encuentro algunos desaciertos, por ejemplo no me gusta la sobreactuación del protagonista Tom Keene, y el atisbo de romance que tiene este con la rubia, ni viene a cuento ni es creíble.

No obstante la película está bien, es interesante, y nos ofrece una de las grandes secuencias de la historia del cine, y todo un compendio de lo que quiere contar la historia, que es ese último cuarto de hora donde todos juntos abren una acequia que les salvará la cosecha, ... y sus vidas. El ritmo de las paladas, como se ayudan los unos a los otros, y ver como a cada uno que cae otro le toma el relevo, para finalmente asistir a la furia con la que corre el agua, y los esfuerzos de todos por que esta no se salga de su curso, creo que marcan un momento de fuerza y belleza excepcionales.